_
_
_
_
Reportaje:

'Desokupados'

Desalojada una treintena de personas que habitaban durante meses una nave industrial abandonada

Doroteo cargó ayer por la mañana un par de somieres y una bombona de butano en el carro. Luego arreó el borriquillo. La mujer y sus cinco hijos más pequeños se quedaron esperando en la acera. El semáforo se puso en rojo y el hombre cumplió con el Código de la Circulación antes de ir en busca de un nuevo techo, precario, pero que proteja del sereno. La escena ocurrió en la calle de Miguel Yuste, después de que la policía ejecutara la orden de desalojo (pacífico) de una nave industrial ubicada en el número 48.Doroteo Jiménez se perdió, entre coches forzados al frenazo, por la primera esquina de la izquierda. Iba en busca de otra de las naves que la crisis industrial dejó desiertas en el distrito de San Blas. Luego volvería a buscar a la mujer, María Luisa Ramos, y a los cinco chavales. Tienen entre 11 y 2 años, y no han pisado nunca un colegio. "Tampoco tengo ganas de ir", explicaba Carmen, de nueve anos. Su hermano Álvaro, de 11, asentía. Sólo el más pequeño, Lolo, tenía un juguete con el que distraerse.

Los niños, tan alegres. como reñidos con el jabón, pasaron buena parte de la mañana pendientes de los gestos de sus mayores, que iban de la carcajada a los gritos y los improperios. Reír por no llorar cuando se pierde la casa. Aunque sea provisional.

Los Jiménez dejaron de ser chabolistas. Para convertirse en okupas en septiembre. Entonces, el Ayuntamiento derribó los chamizos de cuatro familias gitanas -incluido el suyo- en San Blas, muy cerca de Los Focos. Había que dejar el suelo libre para viviendas, aunque ellos no tuvieran derecho a una. ¿La razón?: no estar censados como chabolistas en 1986. Aquel año, el Consorcio para el Realojamiento de la Población Marginada (dependiente del Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid) contabilizó 2.670 familias chabolistas, a las que se prometió una vivienda digna. Hoy todavía la aguardan 530 de aquellas familias, informa Begoña Aguirre.

Con el chamizo derruido, una quincena de adultos con otros tantos niños a cuestas se dirigieron a la nave de Miguel Yuste, 48, donde ya se habían metido algunos jóvenes toxicómanos.

Ayer tuvieron que salir todos. La orden del Juzgado de Instrucción número 41 era tajante. Y ahí estaba la policía para hacerla cumplir. Y el representante de la propiedad, para comprobarlo, Y los albañiles, para soldar la puerta metálica y cegar los vanos. No hubo violencia. La treintena de ocupantes (avisados la víspera) fueron saliendo poco a poco de las cinco plantas del edificio, que antes albergó un laboratorio y una firma informática. Dejaban atrás un rastro de suciedad (el inmueble no tiene agua), pertenencias de acarreo imposible y un brasero aún encendido.

Rocio, una, moradora veterana, salió empujando sus pertenencias cargadas en un cochecito. Puso rumbo a cualquier lado. "A ver si encuentro otro edificio desocupado y me meto", explicaba. A los 29 años, esta mujer paya que se desintoxica de la droga con metadona no piensa volver a tener nunca una casa. "Es un sueño", zanjó con, su sonrisa desdentada.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_