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LEY DE EXTRANJERÍA EN FRANCIA

Duro enfrentamiento entre el Gobierno francés y el Parlamento Europeo por la ley de inmigración

Enric González

La crisis abierta entre el Gobierno de París y el Parlamento Europeo a causa de la ley de inmigración se agravó ayer, al enfrentarse abiertamente el presidente de la Eurocámara, el español José María Gil-Robles, y el ministro de Asuntos Exteriores francés, Hervé de Charette. El jefe de la diplomacia francesa afirmó que la institución de Estrasburgo no era "un Parlamento digno de ese nombre". Gil-Robles respondió al insulto cancelando la reunión que debía mantener con De Charette. El origen del conflicto radica en una moción del Europarlamento en la que se invitaba al Gobierno francés a retirar su proyecto de ley sobre inmigración, lo que en París fue considerado como una "inadmisible injerencia".

José María Gil-Robles llegó a París el martes. La situación era delicada, ya que el Parlamento Europeo había aprobado el jueves anterior una moción crítica respecto al proyecto de ley sobre inmigración del Gobierno francés. Este, enfrentado a una fuerte contestación en la calle y la Asamblea Nacional, encajó mal el mensaje de los eurodiputados. En su primera cita, precisamente con el presidente de la Asamblea Nacional, Philippe Séguin, Gil- Robles tuvo que escuchar una encendida protesta, con alusiones a la "cacofonía" y a la "impotencia" del Europarlamento. Gil-Robles aguantó sin comentarios.Luego se dirigió al palacio del Elíseo, donde el presidente Jacques Chirac le esperaba con una carta en la que hacía constar su enfado por la "inadmisible injerencia" de los eurodiputados en los asuntos internos franceses Gil-Robles volvió a callar.

Pero, ayer por la mañana, el ministro Hervé de Charette fue demasiado lejos. De Charette afirmó ante las cámaras de televisión que, "una vez más", la Cámara de Estrasburgo había "demostrado" que no era "aún un Parlamento digno de ese nombre". "Se ocupa de lo que no le incumbe, es decir, de la legislación francesa", añadió.

Gil-Robles consideró que no podía tolerar la descalificación pública de la institución de la que era presidente e inmediatamente exigió una rectificación. De lo contrario, advirtió, se vería obligado a cancelar su cita con De Charette, prevista para las 16.15. En vista de la situación, el propio primer ministro, Alain Juppé, se sintió obligado a intervenir y convocó a Gil-Robles a Matignon. La reunión, que no estaba prevista en la visita oficial, duró media hora y sirvió para calmar los ánimos. Pero Gil-Robles siguió reclamando excusas, y De Charette siguió negándose a ello. La entrevista del ministro con el presidente del Parlamento Europeo fue cancelada minutos antes de la hora fijada.

De Charette decidió llevar el enfrentamiento hasta el final y se dirigió a la Asamblea Nacional para lanzar un nuevo alegato contra el Europarlamento. "Francia considera", dijo, "que es chocante que el Parlamento Europeo pueda debatir cuestiones que afectan a la soberanía de los Estados miembros y son responsabilidad de los gobiernos y parlamentos nacionales". El ministro anunció que trasladaría "el problema a la próxima reunión de ministros de Asuntos Exteriores [de la Unión Europea]" y que hablaría también de ello "en la Conferencia Intergubernamental en curso [para la reforma del Tratado de Maastricht]". En declaraciones posteriores, Gil-Robles se declaró insatisfecho por las palabras del ministro De Charette, pero consideró que "el incidente" podía darse por cerrado. "Si hubo injerencia", explicó, "fue en el sentido light del término".

Contra el racismo

La conflictiva moción del Europarlamento debía ser inicialmente una declaración genérica contra el auge del racismo y la extrema derecha en Europa, en una sesión en la que sólo estaban presentes 209 de los 626 miembros. Pero cuatro diputados de izquierda, tres de ellos franceses, propusieron dos enmiendas. La primera, aprobada con 105 votos a favor y 104 en contra, señalaba que el proyecto de ley sobre inmigración del ministro Jean-Louis Debré "refuerza aún más las leyes Pasqua de 1993 y llama a la delación instaurando la obligación para toda persona de declarar la partida de los extranjeros alojados". Era una mención al artículo 1 del proyecto, finalmente suprimido por el Gobierno francés tras una fuerte protesta ciudadana.La segunda moción, la que realmente irritó a Chirac y a su Gobierno, fue aprobada con 106 votos a favor, 101 en contra y dos abstenciones. Suponía incluir en la declaración la siguiente frase: "[El Europarlamento] invita al Gobierno francés a retirar el proyecto de ley Debré".

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