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Clinton se enfrenta a la acusación de haber 'alquilado' la Casa Blanca para recaudar fondos

"El dormitorio Lincoln nunca ha estado en venta; los hechos probarán que esa es la verdad", dice Bill Clinton. Sin embargo, los datos conocidos apuntan a que Clinton ha convertido el cuarto más sagrado de EE UU en un motel de lujo. Muchos de los más generosos contribuyentes de su, última campaña electoral, aquellos financieros de Wall Street, famosos de Hollywood, y banqueros y empresarios que desembolsaron más de 50.000 dólares (7,2 millones de pesetas) fueron recompensados con estancias en el dormitorio de la Casa Blanca que lleva el nombre del presidente que abolió la esclavitud.

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Este enésimo aspecto del escándalo de la financiación de la campaña para la reelección de Clinton indigna de modo particular a sus compatriotas. "Nadie discute el derecho del presidente a invitar a la Casa Blanca a quien. quiera; lo ilegal, además de inmoral, es que él, o los recaudadores de su campaña, cobren por ello", dijo ayer el congresista republicano Dan Burton. "No estoy seguro", añadió, "de que el presidente vaya a ir a la cárcel por este asunto, pero está claro que ha engañado al Congreso y al pueblo norteamericano".El elevado coste de la campaña del año pasado con la que obtuvo la reelección frente el republicano Bob Dole ha colocado a Clinton en una situación tan mala que algunos analistas empiezan a recordar el caso de Richard Nixon, forzado a la dimisión durante su segundo mandato.

En Behind the Oval Office (Detrás del Despacho Oval), Dick Morris, que fuera su principal asesor electoral hasta que se descubrió su relación con una prostituta a la que revelaba en la intimidad informaciones sensibles, cuenta que Clinton le dijo una vez: "No sabes, no tienes ni la más remota idea de lo mucho que estoy trabajando para conseguir todo este dinero".

A los recaudadores del Comité Nacional Demócrata (CND) todo billete verde para la campaña de Clinton les parecía bueno. A cambio de las donaciones más rumbosas, los recaudadores ofrecían acceso directo al presidente. En 1995 y 1996 Clinton participó así en infinidad de convites, ceremonias y partidos de golf en todo el país, y fue el anfitrión en la Casa Blanca de multitud de desayunos, almuerzos, cafés, cenas con posterior visión de una película y estancias de una o dos noches. La participación en cada uno de esos eventos dependía de la largueza de la contribución.

Lo más grave es que ya hay pruebas de que el propio Clinton estimuló la voracidad de los recaudadores. Los documentos entregados el martes por la Casa Blanca al comité de investigación de la Cámara de Representantes sobre este escándalo revelan que el presidente dio directamente consignas para que se incrementara el activismo recaudatorio. "Listo para empezar con las invitaciones a pernoctar", apostilló Clinton de su puño y letra en un informe de enero de 1995 de los tesoreros de su campaña. En el mismo texto, Clinton respondió así a la propuesta de organizar desayunos, almuerzos y cafés en la Casa Blanca: "Sí, seguid adelante con las tres cosas, y pronto".

"Envíe el cheque ahora"

En otro documento anterior, de octubre de 1994, Clinton rehízo una carta que los recaudadores demócratas iban a dirigir a los simpatizantes del presidente. Y dramatizó con esta frase su necesidad, de dinero: "Por favor, envíe un cheque ahora, cualquier suma que pueda permitirse. Mejor 50 dólares ahora que 100 la próxima semana".Las leyes de Estados Unidos limitan las cantidades que los particulares pueden entregar directamente a los candidatos y prohiben expresamente que éstos reciban dinero de empresas. Pero para superar este escollo fue inventado el sistema del soft money: el dinero sin límites que cualquier particular, empresa u organismo puede regalar a los partidos políticos para sus "actividades generales"; un dinero que éstos emplean en costear los anuncios de sus candidatos en las cadenas privadas de radio y televisión, la parte de la campaña que exige más fondos.

Durante la pasada campaña, los dos grandes partidos recaudaron un mínimo de 263,5 millones de dólares en concepto de soft money, casi el triple que en 1992, según publicó el diario The Washington Post. La gran mayoría de esas entregas fueron perfectamente legales, puesto que la recaudación de soft money está protegida por el Tribunal Supremo en base a la primera enmienda de la Constitución sobre la libertad de expresión.

Hasta ahora, los problemas políticos y legales de Clinton se debían a la. participación de algunos empresarios y Gobiernos asiáticos en la financiación de su campaña, que fue desde las aportaciones del grupo indonesio Lippo hasta quizá las de la Embajada china en Washington. Se desconoce si estos favores se realizaron a cambio de una determinada política. Ahora debe responder también a la acusación de haber puesto en la almoneda el dormitorio Lincoln.

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