Réplica
Me gustaría tranquilizar a Antonio Elorza (Cartas al director, EL PAÍS, lunes 24) y decirle que:1. Siento escasa simpatía por Hitler y el doctor Mengele.
2. Como en el poema de Borges, preferiría ser víctima a verdugo.
3. Entre las librerías asaltadas y los asaltantes, estoy con los libros y con los libreros.
4. Toda vida humana, de magistrado o de mendigo, es sagrada para mí e inviolable. Los que la interrumpen y destrozan me producen un horror sin límites.
¿A qué viene, pues, mi respetado y admirado Elorza, que usted me llame neutral y equidistante? Perdone que se lo diga, profesor, pero su diagnóstico me parece precipitado y poco científico. Permítame decirle que:
a) Modestamente, sí sé lo que significa "equidistancia". Además, tengo diccionario.
b) Es cierto que, acertada o desafortunadamente, soy partidario de que las autoridades legítimas y competentes, tras una primera fase (30 años) de retórica inoperante y éxitos policiales insuficientes, pasen a una segunda en la que (sin que los jueces duerman ni la policía descanse) se ensayen, tanteen, busquen otros métodos o enfoques para intentar acabar con la violencia. (Se consiga o no).
c) No soy neutral, ni creo que nadie pueda serlo cuando corre la sangre, y le ruego me ponga usted en el lado más humanitario de la mesa.
d) Rechazo también, por respeto a la lógica y al lenguaje, que para ser partidarios del diálogo haya que ser equidistantes: el último e injusto tópico verbal, que ofende a la moral personal y a la geometría política.
Y e) efectivamente, quiero que haya menos muertos, menos presos, menos familias truncadas por el asesinato, y también (y éste es un dolor futuro que se está incubando), menos chicos y chicas vascos que evolucionen (mientras la intransigencia triunfa y el problema se pudre) de incendiarios de autobuses a asesinos de sus semejantes.-
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