El desempleo es el principal peligro
El saneamiento de las finanzas públicas que supone la política de convergencia establecida en Maastricht debería posibilitar un significativo aumento del empleo. Pero la UE lleva un lustro empeñada en esa estrategia y el desempleo no baja del 10% de la población activa, 18 millones de personas.
Quizá porque las políticas activas de empleo complementarias contempladas en el Libro Blanco de Jacques Delors y en el Pacto de Confianza lanzado por su sucesor, Jacques Santer, han sido cortocircuitadas. El rigor presupuestario parece haberse revelado, así, en el reciente pasado como condición necesaria pero insuficiente para afrontar el desempleo en el conjunto de la Unión Europea.
Además, para España y con vistas al futuro, conviene recordar que el euro supondrá también una política monetaria común. La diferencia de competitividad de la economía española con las de los socios más avanzados puede redundar en pérdidas de producción y empleo para un país que ostenta el farolillo rojo europeo en la clasificación por paro, al doblar la media comunitaria, si no se abordan rápidamente las reformas estructurales pendientes.
O sea que, en ausencia de reformas, el ajuste inherente al ingreso en la unión monetaria lo pagará el empleo. Ese peligro planea tanto si España se incorpora en el grupo de vanguardia como si no lo lograse, porque la estrecha vinculación de los países out (los que se queden fuera) a los in (los que logren llegar al euro desde el primer momento) quedará asegurada por el SME-bis, calco endurecido del actual Sistema Monetario Europeo.
Y ya se sabe que éste otorga un margen de maniobra muy reducido. Como decía el ex primer ministro belga Mark Eyskens, "mi soberanía monetaria dura una hora, el tiempo que necesito para calcular cómo se aplica al franco belga una decisión del Bundesbank sobre el tipo de cambio".
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