Consenso, punto cero
LOS PARTIDOS democráticos vascos se limitaron ayer a no empeorar mucho la situación. Asumieron sin debate el texto presentado por el lehendakari y decidieron cambiar la metodología de trabajo de la Mesa de Ajuria Enea para tratar de recomponer el consenso, se supone que sobre nuevas bases. El escrito de Ardanza intentaba ofrecer una valoración conjunta de la ofensiva del mundo violento -terrorismo más intimidación fascista de la población- para reiterar la oferta de diálogo con condiciones (liberación de los secuestrados, tregua indefinida, reconocimiento del pluralismo vasco) que ya se planteó en junio pasado con ocasión de la minitregua de ETA: volver al menos al punto mínimo de consenso entonces alcanzado. Sin embargo, la falta de debate sobre el documento, con el pretexto de su filtración a los medios, viene a subrayar, más que a disimular, la existencia de reticencias sobre su contenido.El éxito del terrorismo se mide menos por las adhesiones individuales logradas para su causa que por la renuncia de los demás agentes políticos. a la suya propia. Por ello, los mensajes emanados de la Mesa de Ajuria Enea han tenido siempre dos destinatarios. Por una parte, la población, sometida a la presión de los violentos y a la ansiedad del terrorismo. Por otra, los propios terroristas. La existencia de un mensaje unitario busca hacer patente ante los ciudadanos que, aunque existan divergencias en otros terrenos, una solidaridad básica une a todos los demócratas frente a los violentos. Pero, también, desanimar a éstos en sus expectativas de hacer ceder a la mayoría.
Esta vez el consenso estaba roto por adelantado. Poco podía hacer el lehendakari para recuperarlo cuando unas horas antes la mayoría de los partidos, incluyendo el suyo, habían llevado la equidistancia hasta el absurdo de presentar simultáneamente el plan sobre acercamiento de presos al ministro de Interior, de quien depende la política penitenciaria, y al interlocutor designado por ETA. De poco sirve reiterar en un papel la validez de la Mesa de Ajuria Enea, "pese a las discrepancias", si en la primera ocasión de aplicar sus principios se pasa por encima de ellos y se adopta una medida que los contradice. La unidad de las fuerzas democráticas en torno a los valores compartidos -incompatibles con esa equidistancia- exige una práctica, no basta con la proclama.
Esa unidad es condición necesaria, aunque no suficiente, para contrarrestar la voluntad terrorista de imposición por la fuerza. Así se establecía en el documento fundacional de Ajuria Enea. De la renuncia de todos los firmantes a sacar ventajas políticas de la violencia se deducía el rechazo expreso a la pretensión de ETA de negociar asuntos políticos (Navarra, autodeterminacion, reforma del marco político ... ). El mensaje que se dirigía a ETA era que ningún partido democrático aceptaría cambios políticos que fueran consecuencia del chantaje violento.
Ese era el eje de la estrategia desplegada para convencer a ETA de la inutilidad de su recurso a la fuerza. Tal estrategia se completaba con la oferta de favorecer una salida dialogada si ETA daba muestras de querer abandonar la violencia. Lo que es incoherente es constatar la ausencia de esa voluntad y reiterar al mismo tiempo la oferta de negociación. Existen sospechas de que esa reiteración -sobre todo, mediante la proclama de que el diálogo es "especialmente necesario" cuando más matan-es lo que da esperanzas a ETA de poder imponer sus planteamientos por la fuerza.
Urge, pues, recomponer el consenso sobre los valores compartidos, y tal vez para ello sea ya inevitable exponer las discrepancias. Hasta ahora se pensaba que hacerlo sólo podría quebrar la unidad democrática -en beneficio de. ETA- y desorientar aún más a la ciudadanía. Pero al punto a que han llegado las cosas, con declaraciones contradictorias sobre el contenido esencial del pacto, seguramente no hay otro remedio que abrir el debate: que expliquen cuáles son las implicaciones prácticas del soberanismo y si de verdad piensan que romper el consenso en torno al Estatuto de Gernika para establecer uno nuevo que satisfaga a ETA va a ser un camino hacia la paz o hacia el exilio.
Ojalá que esa segunda fase de la Mesa de Ajuria Enea, con reuniones a plazo fijo y comisiones que intentan recuperar el consenso discretamente, sirva para reducir la distancia actual entre una población que quiere un horizonte de estabilidad y unos políticos empeñados en internarse por caminos que no se sabe a dónde conducen.
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