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Euskadi: causas y efectos

Antonio Elorza

Recuerdo un episodio sucedido en Irún hace veinte años, en la casa de una familia amiga. Poco antes de cenar entró uno de los hijos del anfitrión. Tenía 16 años, pero aparentaba, 13, y venía muy agitado. Todo el mundo le preguntó qué había ocurrido. El muchacho dijo que la policía les había golpeado brutalmente. "¡Pegaban a los niños! ¡Pegaban a los niños!", repetía. Lógico coro de airadas protestas familiares. %Y qué hacíais los niños?",- me atreví a inquirir. Respondió vacilante: "Pues... quemar un autobús".El paso del tiempo no ha cambiado mucho las cosas por lo que concierne a Euskadi: hay una inexplicable reticencia a ir al fondo de las causas de cuanto ocurre, prefiriendo quedarse, a pesar de la gravedad de la situación, en el aspecto superficial más favorable para cada uno. Así, en relación a los recientes desórdenes, la culpa puede recaer en que nadie le recuerde a un secretario de juzgado lo que es una convocatoria políticamente correcta (González) o en que la Ertzaintza no esté técnicamente preparada para afrontar asaltos masivos sin disparar (IU). Anasagasti, del PNV, desarrolla el habitual ejercicio de desviación hacia terceros, mencionando la crispación debida a la absurda decisión de los jueces que ordenan detener a los dirigentes de HB. Insensibilidad de Madrid, añade. Balance general: queda fuera de campo el análisis y la calificación de la estrategia KAS, portadora de un fascismo populista cada vez más agresivo, y con ello desaparece la necesaria cohesión entre los demócratas.

Todo lo anterior sería irrelevante de no haber tantos muertos de por medio. Por eso resulta preciso recordar que si los dirigentes de HB están siendo detenidos, cosa humana y políticamente lamentable, no es por la ocurrencia de un juez, sino como corolario de su decisión consciente y pública de ceder su propia voz e imagen a ETA. Y de no pagar luego una fianza. Del mismo modo que si acaban condenados, no menos lamentablemente, ex dirigentes y altos cargos del -PSOE por el caso GA L, será en razón de los crímenes cometidos por aquel terrorismo de Estado. Ante tales hechos sólo cabe reafirmar la independencia de los procedimientos judiciales; cualquier reconducción de los mismos desde intereses políticos inmediatos atenta contra el Estado de derecho. Son reglas de juego que en las actuales circunstancias todos los demócratas deben defender al unísono, lo mismo que el espíritu unitario de Ajuria Enea. Claro que si alguno de los miembros de la Mesa prefiere jugar solo, lanzar venablos contra sus aliados y/o "el Estado", y buscar chivos expiatorios en la prensa democrática, como sucede últimamente con el PNV, la crítica sosegada de tal actitud resulta no menos imprescindible.Negarse a ejercerla sería tanto como buscar refugio en aquella cómoda equidistancia que en el periodo de entreguerras frenó primero, y acabó destruyendo luego, la resistencia de la sociedad civil frente a los fascismos. Porque en Euskadi, más allá de la cortina de sangre, pueblo a pueblo, calle a calle y taberna a taberna, de presión fascista se trata. Por supuesto, todos sabemos que encierra menos riesgos proclamarse neutral, rehuir toda responsabilidad moral, dejando aislado al resistente para que pague la factura de la violencia. Y recriminándole o descalificándole si se atreve a pedir una toma de postura abierta de solidaridad y firmeza frente al terror. Tras el infortunado episodio de Lagun, acaba de, registrarse un buen ejemplo con la negativa expresa -antes de la suspensión- por parte de las autoridades de una facultad de la Complutense a que el lazo azul presidiera la sala en un ciclo de intervenciones sobre Euskadi al que estaban invitados un dirigente de HB y otro de las Gestoras Pro-Amnistía. Justo cuando se cumple un año del asesinato de Tomás y Valiente. Si esto sucede aquí y ahora., ¿cómo puede pedírseles a los vascos que asuman el riesgo de resistir frente a una amenaza física real y permanente?

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