Tendrán que elegir
El desafío terrorista y los intentos de intimidación fascista de la población constituyen el problema más grave de la democracia española. El lunes, víspera de su entrevista con Aznar en La Moncloa, Pujol visitó la capilla ardiente con los restos del magistrado del Tribunal Supremo Rafael Martínez Emperador, asesinado horas antes. El lehendakari Ardanza, que recibió la noticia de ese asesinato cuando almorzaba con Aznar, no consideró oportuno retrasar su regreso a Euskadi para hacer un gesto similar. Hace dos semanas, el Parlamento Europeo aprobó una resolución pidiendo que los países de la UE no puedan conceder asilo político a terroristas procedentes de otros estados miembros. El representante del PNV votó a favor y expresó en un comunicado su total apoyo a la resolución, pero se negó a asistir a la rueda de prensa en la que los eurodiputados españoles explicaron su contenido.Hoy existe un amplio acuerdo sobre la importancia del papel del PNV en la crisis vasca: en su génesis y en su eventual solución. Aparte otros motivos, porque es el partido que ha gobernado en Euskadi desde 1980. Durante estos años ha habido dos lehendakaris pero el permanente liderazgo de Arzalluz ha garantizado la continuidad de la política nacionalista. Hace unos diez años Arzalluz afirmaba que esa política consistía en acumular todo el autogobierno posible en los aspectos vitales: recursos económicos, fomento de la lengua, infraestructuras. Desde ese punto de vista, el balance de su gestión puede considerarse brillante. Su partido ha conseguido, merced a la autonomía, mucho poder para Euskadi. Sin embargo, es seguro que muchos vascos, incluyendo bastantes nacionalistas, hubieran preferido menos poder y un país más civilizado.
En una entrevista publicada en La Vanguardia, Miquel Roca declaraba hace poco que él no cambiaba concierto por convivencia. Un antiguo mentor de Arzalluz, el ex senador Mitxel Unzueta, venía a reconocer sutilmente lo mismo en un artículo publicado en Deia en mayo pasado: el nacionalismo catalán, decía, "no es grandilocuente en sus afirmaciones, pero sí que es tremendamente operativo [porque] ha sabido desarrollar un eran consenso social en torno a su provecto". Sin duda, la incidencia de la violencia terrorista ha sido determinante en ese diferente rumbo. Sin embargo, después de 16 años gobernando el PNV no puede eludir su responsabilidad en lo que está pasando ni ignorar que muchos vascos, votantes nacionalistas incluidos, tienen la impresión de haber sido conducidos a un callejón sin salida. Si la situación actual se caracteriza por la existencia de lo que Arzalluz ha considerado un "fascismo de libro" que intimida a la mayoría con el respaldo de un grupo terrorista, la prioridad máxima será reforzar la confianza en las instituciones -en primer lugar en el Estatuto de Gernika como expresión unitaria del pluralismo vasco- y evitar dar a ETA la impresión de que su estrategia es eficaz para hacer claudicar a los demócratas. Hay indicios, sin embargo, de que se ha hecho lo contrario: actuar en función de las razones alegadas por ETA para impugnar violentamente el marco con el que se identifica la mayoría; desacreditar el estatuto como incapaz de satisfacer las aspiraciones vascas; ignorar el pluralismo en aras de la recomposición de la unidad nacionalista. Al presentar el documento de su partido sobre la pacificación Arzalluz precisó que el PNV se reservaría su postura sobre los resultados de una hipotética negociación ETA-Gobierno en el caso de que sus contenidos "chocaran con el ideario del PNV". Un criterio democrático sería proclamar que no se aceptará ningún resultado -sobre Navarra, por ejemplo- que sea efecto de la imposición de los violentos, con independencia de que coincida o no con el propio programa. El PNV no deja de afirmar que está dispuesto a arriesgar en aras del objetivo de alcanzar la paz. Hasta el momento, sin embargo, ha tenido buen cuidado en evitar cualquier gesto que pudiera ser interpretado como concesión a objetivos distintos a los de afianzar su posición al frente de la comunidad nacionalista.
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