"Yo jamás arrojé al argelino al metro"
Manuel Salomón Neves Vieira, portugués, de 26 años, vive confinado en la séptima galería. de la prisión de Carabanchel por un delito que él asegura que no cometió. El 1 de marzo de 1996 fue detenido bajo la acusación de haber arrojado a las ruedas de un convoy del metro a Miloud Khedari, argelino, de 25 años, cuando éste trataba de ayudar a una chica a la que Neves supuestamente estaba atacando.
Khedari, que perdió el pie izquierdo y el ojo derecho, se ha convertido desde entonces en un héroe urbano, en un ejemplo de civismo. Neves, en cambio, fue encarcelado preventivamente y su versión quedó entre barrotes y sumarios.
Ahora, este mecánico de pelo castaño y raya a la izquierda pide que se le escuche. "Nos han utilizado políticamente a los dos, a Miloud para convertirlo en héroe, y a mí en criminal. Ni siquiera hay sentencia y ya he sido condenado", se queja. Durante la entrevista, realizada en el locutorio 39 de la cárcel de Carabanchel, siete barrotes y un cristal blindado separaron las preguntas de las respuestas.
Pregunta. ¿Empujó a Miloud al metro?
Respuesta. No lo hice. Lo que se ha dicho de mí es falso. Desde un principio la policía trató de ponerme un delito. Pero no soy un homicida ni el responsable del incidente. Sólo hubo un trágico accidente. ¿Cómo puede un accidente convertirse en un homicidio?
P. La policía sostiene que Miloud Khedari intervino porque usted estaba pegando a una menor.
R. Yo no pegué a la señorta. El forense ha demostrado que no hubo golpes.
P. ¿Entonces por qué se dirigió a gritos hacia la chica?
R. Previamente, en un bar, un grupo de nueve personas, entre ellas la chica, me había agredido. Me atacaron porque me oyeron hablar en portugués con un compatriota. No es verdad que yo les insultase. Luego me esperaron en la calle y cuando me iba a casa me rociaron con un spray, eso consta en el sumario. Volví entonces al bar y me lavé la cara. Cuando finalmente me fui a casa para cambiarme de ropa, bajé al metro y me encontré a la chica. Estaba sentada en un banco con otras tres personas. En cuanto me vio se puso a gritar: "¡Que alguien haga algo!". Yo también grité y pedí que se llamase a la policía por lo que me habían hecho. No sé si la insulté, pero seguro que no la golpeé.
P. Pero hay testigos que afirman que usted se enzarzó con la chica y que Miloud corrió entonces a socorrerla.
R. No es así. Un señor se levantó del banco y se dirigió hacía mí de frente, preguntándome qué pasaba. Fue entonces cuando apareció Miloud. Andaba por detrás del señor y se dirigía hacía mí, pero antes de alcanzarme, cuando estaba todavía detrás del señor, se resbaló, perdió el equilibrio y cayó a la vía del metro.
P. ¿Por qué huyó?
R. No lo hice. Fui a solicitar ayuda y luego me marché a casa. La verdad es que tampoco había visto bien lo que había pasado, me habían echado gas en la cara y sólo había podido apreciar que alguien se acercaba y luego un impacto, poco más. Después fue la policía a mi casa. Me preguntaron si había estado en la pelea del bar y dije que sí, pero no me confesé culpable de ningún delito. Jamás le empujé. Es lamentable que se me convierta en un criminal.
P. ¿No le duele lo que le pasó a Miloud?
R. Sí, claro. Me hubiera gustado haber evitado lo sucedido. Pero de ahí a considerarme responsable de su estado hay una diferencia enorme. Tampoco le deseo a nadie lo que me ha pasado a mí.
P. ¿Pero no cree que Miloud intentó ayudar?
R. ¿Qué pruebas hay de ello? Miloud ha declarado que no se acordaba de nada. No se trata de mi versión contra la de Miloud, sino tan sólo de justicia. Nos han utilizado políticamente a mí y a Miloud; a mí me han convertido en villano, y a él, en un héroe. Luego, nadie ha querido saber quién soy. Han tratado de condenarme antes de la condena. Ése ha sido mi papel.
P. ¿Volvería a repetir lo que hizo aquel 30 de abril?
R. No sé lo que haría, hay situaciones en que no sabes qué hacer.
P. ¿Le condenarán?
R. Espero que en el juicio salga la verdad. Soy cristiano y no he ofendido la ley de Dios. La vida es un círculo cerrado y hay una fuerza que se encarga de devolver la justicia. Ahora sé que puedo sobrevivir, ésa es mi lucha, sobrevivir.
P. ¿Siente miedo en la cárcel?
R. Me han tratado mal y ahora estoy más muerto que vivo, estoy medio acabado. Pero el miedo ya no lo tengo. Sólo temo por mi familia, por lo que dicen de mí y lo que tienen que sufrir.
P. ¿Cómo cree que le ve la sociedad de la que usted habla?
R. Me han puesto ante la sociedad como un asesino y soy inocente. Los verdaderos criminales son aquellos que utilizan gases tóxicos para atacar. Me gustaría que pensasen que soy una persona normal, que jamás tuve antecedentes de ningún tipo y que he trabajado siempre honradamente como mecánico.
P. ¿Ha recibido amenazas?
R. No.
P. ¿Qué vida lleva en la cárcel?
R. Por las tardes paseo por el patio. Me he apuntado a un curso de fotografía y también voy a la biblioteca, leo historias de amor o verídicas.
P. ¿Guarda algún recuerdo en la celda?
R. No, ninguno. Ni siquiera fotografías, sólo ropa.
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