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Iberia juega la baza latinoamericana

La pesadilla argentina se convierte en uno de los atractivos de la compañía

, El pasado jueves 23, Iberia decidió que su filial venezolana Viasa, en la que tiene el 45%, dejara de volar. Era el penúltimo capítulo de su paso por Latinoamérica. Una pesadilla que, por mor de las circunstancias, se está convirtiendo ahora en una de sus cualidades para encontrar socio. Su presencia en el continente americano, sobre todo en Argentina la hace apetitosa para las estadounidenses, que ven en Iberia un buen aliado comercial en el tráfico a Europa. American Airlines o Continental ya han dejado patente su interés.La historia latinomericana de Iberia a supuesto inversiones de casi 140.000 millones de pesetas en sólo cuatro años (1991 a 1994) y se ha llegado a calificar en fuentes del grupo como "un desastre". La entrada en Aerolíneas Argentinas, la operación más importante, estuvo a punto de llevar a Iberia a la quiebra. La compañía ha invertido en la argentina más de 112.000 millones de pesetas, sin ver nunca beneficios. Aerolíneas se comió la mayor parte de los 120.000 millones de dinero público que Iberia recibió de ayuda en 1992 y fue uno de los escollos en la negociación con Bruselas para la ampliación de 107.000 millones. Hoy, Iberia sólo puede aspirar a recuperar parte de lo invertido.

Tanto en la empresa como entre su accionista, el grupo público SEPI, hay coincidencia. La idea de que Iberia se plantara comercialmente en Latinoamérica era irreprochable. Pero se hizo en mal momento, y pésimamente en el aspecto financiero.

Según el informe de 1991 de la consultora MacKinsey, a favor de esta inversión estaban que España, con un 27% de cuota de mercado, era el punto principal de origen y destino para el tráfico Europa-Latinoamérica e Iberia era la principal línea europea que absorbía dicho tráfico, con una cuota del 17%; además, Iberia realizaba la venta del 52% de los billetes emitidos en Europa para viajar a Latinoamérica. Pero el informe MacKinsey indicabá también que antes de invertir era necesario analizar en detalle las compañías elegidas como objetivo. No se hizo.

Otro informe, de Barclays, de agosto de 1995 afirma: "De la documentación examinada y nuestras conversaciones con Ibería podría desprenderse que [las inversiones] se hicieron sin un análisis financiero y económico previo que determinara cuáles serían los beneficios reales".

Iberia se tiró a la piscina y en Argentina casi se ahoga. Cuando licitó por Aerolíneas pensaba en una participación del 20%, que amplió al 30% al incluirse la compañía de vuelos domésticos Austral. Tras diversos avatares, pasa a hacerse cargo de un porcentaje mayor, el 49%. El Estado argentino se quedó con un 5%, los trabajadores, con el 10%, y otros inversores locales, con el resto. Iberia se quedaba casi con la mitad de la compañía y asumió dos papeles, el de aliado estratégico y gestor y el de financiero. Lo pagó caro, porque todo se desbordó. En 1991, la inversión directa de Iberia (en capital, préstamos vivos y operaciones de cuenta corriente) era de 4.303 millones de pesetas. Al finalizar 1994 ascendía a 112.835 millones, según Barclays.

"No parece que se hiciera ninguna valoración de la capacidad de pago de la deuda y los intereses por parte de Aerolíneas y Viasa antes de que Iberia concediese préstamos a dichas líneas", dice Barclays. "Aparentemente", concluye el informe, "las inversiones adicionales de Iberia en Aerolíneas y Viasa en 1992-1994 están dictadas por el hecho de que casi no tenía otra opción que recapitalizar dichas líneas aéreas o liquidarlas".

Javier Salas, que fue presidente de Iberia y de Téneo en ese periodo, ha repetido que tuvieron mala suerte y gestionaron mal. No se pudo entrar en Argentina en peor momento. Al rechazo que la llegada de Iberia suscitó entre los trabajadores, que se veían abocados a una reducción de plantilla, se unió la decisión del Gobierno argentino de abrir más de lo previsto la competencia, las consecuencias de la guerra del Golfo, la equiparación el peso argentino al dólar, la recesión económica y el efecto tequila.

En 1993, las pérdidas de Aerolíneas alcanzan los 34.225 millones de pesetas. En marzo de 1994, Iberia capitaliza deuda y se hace con el 83,5% de la compañía. Su participación pesaba como una losa en la cuenta de resultados de Iberia, y Bruselas, para autorizar una nueva capitalización en Iberia, la obliga a soltar lastre.

Se realiza entonces la operación Andes Holding, una sociedad participada por Merryll Linch (49%), Bankers Trust 9%) y SEPI (42%), que compra el 63,3% de Aerolíneas. Ibería mantiene un 20% y el resto es del Estado argentino. Andes tiene el compromíso de vender su participación. Ibería mantiene el 20% y además la gestión.

Y lo que ha sido durante años su gran pesadilla, lo empieza a manejar ahora como una importante baza en las conversaciones para cualquier alianza. De la peor manera posible, Iberia tiene una importante presencia en Latinoamérica, un mercado en el que el tráfico aéreo está creciendo a un ritmo superior al 20%, y ahora piensa jugar su baza.

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