Los socialistas franceses afirman que el acuerdo militar con Alemania supone someterse a EE UU
El acuerdo militar franco-alemán ha levantado polvareda en París. La izquierda opina que, con ese acuerdo, Jaeques Chirac renuncia a la soberanía en materia de defensa y acepta la "sumisión a Estados Unidos y la OTAN". La mayoría conservadora lo acepta a regañadientes, pero considera que hubo al menos "torpeza" en el hecho de que los parlamentarios tuvieran que enterarse por la prensa de un asunto tan importante. El martes por la noche se produjo una revuelta en la Asamblea Nacional y el Gobierno se vio obligado a aceptar la celebración, ayer, de un debate de urgencia sobre el texto firmado en secreto por Jacques Chirac: y Helmut Kohl en Nuremberg, el pasado 9 de diciembre.
Cuando, en su edición del pasado sábado, el diario Le Monde reveló el contenido del acuerdo, la clase política francesa se llevó una auténtica sorpresa. Sólo unos pocos elegidos sabían que, en su reunión en Núremberg1 Chirac y Kohl habían firmado un texto de 16 folios en el que se acordaba la coordinación casi completa entre los ejércitos de ambos países y, por primera vez, se abordaba incluso la posibilidad de que el arma nuclear francesa, símbolo del nacionalismo gaullista, fuera objeto de discusión. En el texto, Francia realizaba una inusual profesión de fe atlantista al admitir que la defensa continental no reposaba en las bombas atómicas francesas, sino en las de Estados Unidos.El Gobierno de Alain Juppé, a contrapié, justificó el secreto en que se había mantenido el documento por la necesidad de "darlo a conocer al Parlamento antes que al público". El martes por la tarde, sin embargo, los diputados y senadores seguían sin recibir un texto del que la prensa hablaba profusamente y que podía ya consultarse en las sedes de la OTAN y la Unión Europea Occidental (UEO). Para la izquierda y buena parte del bando conservador, incluido el presidente de la Asamblea Nacional, el gaullista Philippe Séguin, Chirac y Juppé habían humillado a la representación popular.
Incluso el presidente de la Comisión de Defensa de la Asamblea Nacional, el fiel chiraquista Jacques Boyon, admitió "una chapuza en las comunicaciones" y habló de "torpeza del Gobierno". "No entiendo cómo han podido ser tan ligeros", declaró Boyon. Con la Cámara en revuelta y negándose a celebrar el debate previsto para el día, referente a la supresión del servicio militar obligatorio, el Gobierno se vio obligado a calmar los ánimos convocando para ayer, miércoles, un debate de urgencia sobre el polémico acuerdo de Núremberg.
"Fallos de comunicación"
Como primera sorpresa, fue el ministro de Asuntos Exteriores, Hervé de Charette, y no el de Defensa, Charles Millon, quien subió al estrado para dar explicaciones. De Charette, silbado por la oposición, admitió que el Gobierno había cometido "imperfecciones administrativas" y 'Tallos de comunicación". El texto, dijo, no era "ni un trata do, ni siquiera un acuerdo, y mucho menos un documento secreto, sino un documento político". Admitió, sin embargo, que se trataba de un documento de enorme importancia. Primero, porque establecía "un cuadro de referencia" sobre la posición del eje franco-alemán en materia de defensa europea que los demás miembros de la UE deberían tener en cuenta. Segundo, porque constituía "una señal fuerte sobre la determinación franco-alemana" para proseguir la construcción de una Europa unida.El ex primer ministro Laurent Fabius, portavoz de los socialistas, declaró que Chirac había aceptado "una cierta sumisión ante Estados Unidos y la OTAN". Según Fabius, todo el texto encajaba con las posiciones del atlantismo ortodoxo de Alemania y aceptaba explícitamente que cualquier futuro mecanismo europeo de defensa debía estar supeditado a la OTAN. El líder socialista, Lionel Jospin, había afirmado poco antes que el acuerdo Chirac-Kohl constituía "una especie de otanización de Europa".
En las filas gaullistas circulaba la impresión de que Chirac había cometido un error de cálculo: había aceptado que Francia se reintegrara a todas las estructuras de la OTAN y había firmado el texto franco-alemán confiando en que EE UU ofreciera en contrapartida una reforma interna de la Alianza y una cierta europeización de su cadena de mando. Pero en Washington, pese a las muestras francesas de buena voluntad, no parecen estar dispuestos a hacer concesiones significativas.
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