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Reportaje:

El mito de la fábrica de parados

El desempleo entre los universitarios está por debajo de la media

Desde la década pasada es de recibo asegurar que la Universidad es una fábrica de parados o un aparcamiento para mantener a los jóvenes fuera del mercado laboral. Los datos desmienten en parte esta opinión. Las tasas de desempleo entre los universitarios están por debajo de las de la población con menos credenciales académicas, tanto en España como en toda Europa. En España, la diferencia es de casi cuatro puntos, según datos de la OCDE. Lo que ya no se asegura es que el trabajo esté en concordancia con los estudios realizados. Hay un grave problema de sobreeducación: la calificación académica es frecuentemente superior a la cualificación del puesto de trabajo.La inserción laboral está directamente relacionada con la carrera estudiada y también con un largo periodo de inestabilidad que se cierra cuando el licenciado alcanza la edad de 30 años. Éstas son algunas de las conclusiones del informe sobre la inserción profesional de los nuevos titulados universitarios, realizado por un equipo dirigido por el profesor Josep M. Masjoan, del Instituto de Ciencias de la Educación de la Universidad Autónoma de Barcelona.

El informe recoge tres estudios diferenciados que abarcan 18 titulaciones diferentes y analiza la situación laboral de los licenciados en 1986, 1987 y 1989 a lo largo de los tres años siguientes a la terminación de sus estudios. No recoge, por consiguiente, los efectos de la parte más dura de la recesión, si bien la tendencia ya se manifiesta.

Combinar los estudios con un trabajo remunerado tiende, aunque no siempre, a alargar la duración de la carrera. Parece claro que éste es un problema no resuelto. La Universidad no considera la posibilidad de compaginar estudios con trabajo, ni siquiera en el puro interés académico. Según Masjoan, los nuevos planes de estudios deberían buscar el sistema para sacar provecho de la experiencia profesional que van adquiriendo, a menudo en las mismas áreas en las que se está estudiando. Es especialmente significativo en disciplinas como periodismo, donde, además, la inserción laboral está directamente relacionada con las prácticas que se han realizado durante los estudios.

Pero las carreras más técnicas y que parecen asegurar mayores posibilidades de encontrar empleo, como son las ingenierías superiores y, más concretamente, los estudios de telecomunicaciones, por su complejidad, impiden que los alumnos trabajen mientras estudian. En los estudios de ingeniería superior, tres cuartas partes de los alumnos son estudiantes a tiempo total y sólo un 10% tiene un empleo fijo a jornada completa durante el último curso.

El estudio apunta hacia un posible problema futuro de las carreras técnicas superiores. El número de matriculados en la gran mayoría de carreras técnicas ha crecido más que el conjunto de los estudiantes entre 1985 y 1990. Quienes ahora están acabando forman parte de esta generación. Y muestra también otra obviedad: la edad también influye. El nivel de inserción de los mayores de 30 años es prácticamente del ciento por ciento. Un 52,1% de titulados que tienen entre 22 y 24 años no trabaja, mientras que la proporción se reduce a un 31,7% para la gente de entre 25 y 30 años. Un 65,4% de los entrevistados encontró trabajo en menos de tres meses y un 83% en menos de seis meses.

Hay una inflación de diplomados, piensa Masjoan, que, sin embargo, está convencido de que al problema de los licenciados a la hora de encontrar trabajo no procede de una falta de formación, sino que hay que atribuirlo al mercado laboral. "No hay profesiones que capten a los nuevos diplomas. La fragmentación no lleva a ningún sitio. La reforma está yendo en dirección contraria de lo que exigiría el futuro. Valdría la pena una oferta más amplia y menos concreta. La especialización debería venir después, una vez que el licenciado está ya trabajando, y entonces debería plantearse quién paga la especialización". Masjoan cree que debe ser la empresa.

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