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Reportaje:

El callejero, un libro de historia

Si se preguntara a los vecino de una calle a qué hecho hístórico, a qué lugar o a qué personaje hace referencia el nombre que aparece en su rótulo, e probable que muchos no sabrían responder. Parece que e nombre de la calle se independiza de su significado y hasta se impone a él. No son pocos los que, cuando oyen hablar de una celebridad, piensan para sus adentros: "Este señor tiene nombre de calle".El callejero de una ciudad, sin embargo, es un libro de historia y de historias. Es el reflejo de la vida de la ciudad, antigua y moderna. De ahí que resulten tan interesantes los libros que tratan de la historia de las calles. En el caso de Madrid hay varios que merece la pena consultar. Parece que el primero que se ocupó del callejero madrileño fue don Antonio Capmany y de Montpalau, sobrino del famoso diputado catalán de las Cortes de Cádiz del mismo nombre. Lo hicieron también los señores Peñasco y Cambronero, Pedro de Répide y, más recientemente, Juan Antonio Cabezas. El libro de Répide es quizá el más ameno de todos ellos. Sobre ser escritor madrileño y madrileñista, Répide fue él mismo un personaje de la bohemia madrileña de las primeras décadas del siglo. En su libro, que originalmente apareció en forma de artículos de periódico, no sólo cuenta el origen de los nombres de las calles, sino que narra su historia y su leyenda, los personajes que en ellas vivieron, las cosas que allí ocurrieron, así como la historia de sus principales edificios.

Répide escribió algo más de mil calles madrileñas. Actualmente hay más de veinte mil, y para el Madrid moderno no existe ninguna obra semejante a las mencionadas. Cada época deja en la ciudad su impronta. Por poner algún ejemplo, en la nuestra han sido bautizadas calles o plazas con. los nombres de Generosidad, Solidaridad, Consenso, Derechos Humanos o Empleo Juvenil. A los antiguos se les había ocurrido, todo lo más, rotular Acuerdo, Afecto o Dos Amigos. Una característica de Madrid, quizá por ser la capital de España, es que en su callejero figuran casi todos, por no decir todos, los nombres de las ciudades españolas, de muchas de sus regiones y también de sus pueblos y de sus comarcas.

Igualmente madrileña parece la costumbre de bautizar calles con nombres de mares, de islas, de cabos y de otros accidentes geográficos marítimos. Siempre se ha dicho que Madrid tiene vocación marinera, una de sus principales divinidades es Neptuno, y, por la abundancia y calidad del pescado y marisco que diariamente le llega, se la ha llamado justamente "el primer puerto de mar de España". Otras aguas en forma de ríos, lagos, lagunas o fuentes aparecen en el callejero. En estos tiempos tan ecológicos han entrado en las calles de la ciudad nombres de árboles, arbustos o flores y también de no pocos animales.

En la ciudad antigua aparecen nombres de gremios, como Bordadores, Cabestreros, Esparteros y también otros llenos de sabor que responden a leyendas casi olvidadas. Hay, por ejemplo, una calle cuyas características se comprenden enseguida y que se llama Salsipuedes. Encantadores son también los nombres de Mira el Río Alta o Mira el Río Baja. Según los estudios de la historia de las calles, muchas de ellas llevan los nombres de los que fueron propietarios de los predios agrícolas en que se abrieron. Uno de los paseos ribereños de las orillas del Manzanares es el conocido con el nombre de los Melancólicos. Hoy es una arteria de mucho tránsito, pero cuando le pusieron ese nombre había allí muy pocos vecinos y era un lugar solitario.

Los médicos que fueron ilustres están muy bien representados en el callejero de Madrid. Los escritores, también, aunque nuestros grandes clásicos, Cervantes, Lope de Vega, Calderón, no dan nombre a calles especialmente transitadas, y eso se debe a que se encuentran en los barrios del antiguo Madrid. Quevedo, con su glorieta, tuvo más suerte. De los pintores, Velázquez y Goya fueron los más afortunados. Más madrileño es, más capita lino, designar las calles con nombres de reyes y reinas, in fantes e infantas, príncipes y princesas. Hay además una veintena de duques y duquesas, .60 marqueses y marquesas y 40 condes y condesas. También los presidentes del Consejo de Ministros y otros hombres de Estado tienen sus calles en la ciudad.

En tiempos más píos que los nuestros se fue llenando el callejero de nombres de cristos, vírgenes y santos. En época franquista se bautizó a todo un barrio con advocaciones de María Santísima. Por curiosidad he contado 340 calles con nombre de santo, 120 de santa, 79 que empiezan con las palabras Virgen de y otras 50 con Nuestra Señora de. Por añadidura, hay 15 nombres que contienen la palabra cruz, 10 con advocaciones de Cristo y otras varias referentes a ángeles y arcángeles. Los cardenales, arzobispos, obispos, padres, madres, frailes, monjas y curas dan nombre a más de medio centenar de calles. También las órdenes religiosas, Clarisas, Comendadoras, Jesuitas, están representadas. Si a esto se añaden las calles del Amor Hermoso, Amor de Dios, Ángelus, Indulgencia y Fe, Esperanza y Caridad, obtendremos una, buena imagen gráfica del peso de la religión en la ciudad de Madrid. ¡Válgame Dios!

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Hay una calle que se llama Cruzada, y tampoco falta el recuerdo a varios mártires, como los de la Ventilla o los de Paracuellos, lo que significa que, en su día, no se excluyeron del callejero madrileño "los hechos luctuosos" como se ha dicho ahora al poner dificultades para que den nombre a una calle de los Abogados de Atocha asesinados hace 20 años. Hay además calles con los nombres de Caídos de la División Azul o Héroes del Alcázar.

Que haya muchas evocaciones religiosas en la ciudad no es cosa privativa de Madrid. Muy madrileño es, en cambio, lo que podríamos considerar como cierta excesiva "militarización" del callejero. Esto es algo que queda muy patente apenas se da uno una vuelta por la ciudad. He contado más de sesenta calles que llevan nombres de generales, y hay muchos más a quienes se recuerda simplemente por el apellido sin mencionar el grado. A esto hay que sumar tres coroneles, ocho comandantes,siete capitanes, cinco tenientes, un sargento, dos cabos y dos soldados. Sin contar con los Húsares, Guardias de Corps, Granaderos, Marineros, Mosqueteros, Artilleros, así como, pasando ya a la Armada, algunos cruceros y algunos almirantes.

También encuentro un buen número de batallas, algunas de ellas de la última guerra, así como nombres relacionados con el Ejército, la Marina o la Aviación militar. Hay una calle del Batallón, otra del Fortín, otra de la Espada... Como se ve, el callejero de una ciudad como Madrid es altamente revelador de su historia y de la historia del país del que es capital.

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