Más vale Stone conocido...
El pequeño escenario de la sala El Sol supo sacar espacio casi de la nada, para acoger hasta ocho músicos en sus tablas. Mientras enfrente, la sala lucía un reventón de público espectacular. Esto se antoja sabia decisión del grupo, ante la elección entre tocar dos días seguidos en un local más pequeño y el público, aunque en menor cantidad, más próximo, o tender a recintos más grandes -los llenazos siempre dan glamour-. Igual de bien escogida que el precio de las entradas, la ambientación del local -decorado para la ocasión con redes, globos terráqueos colgantes y luz negra-, así como con el sonido y la iluminación.Como no podía ser menos, Coque, los dos Luises y compañía ajustaron un repertorio propio tremendamente conocido, en el que, desde el primer disparo a los acordes de Ya volverán, el público, convecino de la banda, jugó un papel preponderante por la respuesta en forma de calor que emitía.
Los Ronaldos
Coque Malla (voz y guitarra), LuisMartín (guitarra), Luis García (bajo), Daniel Parra (batería), Tito Dávila (teclados y voces), Miguel Malla y Francis García (saxos) y Gautana (saxo y guitarra). Sala El Sol. 1.000 pesetas. Martes, 22 de enero.
Los músicos mostraron que la veteranía es un grado y que, más vale Stone conocido que cualquier otra cosa por conocer y esto, más que un sonido o un estilo, es una forma de vida. Así, las tramas guitarreras y los medio tiempos zumbones o un poco más rápidos hicieron que Qué vamos a hacer, Adiós papá, Por las noches o los ramalazos velvetianos de Guárdalo y Si-Si restallaran en el ambiente con brillo y decisión.
La personal voz del cinematográfico solista estuvo todo el tiempo a la altura requerida, mientras su propietario se meneaba a placer en pleno clímax soul rockero y en un espacio mínimo, lo cual tiene un indudable mérito. Mención especial merece una hermosa canción titulada Así no se vive bien, que posiblemente constituyera el momento álgido de la noche. Por contra, Idiota y demás concesiones comerciales.
Como sugerencia quisquillosa, tal vez se echó de menos, en lugar de tanta formalidad en plan "buenas noches, Madrid" y tal, un pelín más de sentido del humor escénico. No es una cuestión de contar chistes, sino de tener presente que el rock empezó como una broma de
jóvenes gamberros.
Babelia
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