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Crítica:CANCIÓN
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Madrid malevo

El fantasma perplejo de Gardel, agazapado en el gallinero, se relamía de gusto. Al conjuro de tangos y milonga, la golfería ilustrada de Madrid se puso las pilas y abarrotó el Palacio de Congresos. Con su permiso, don Carlos, título del espectáculo y del nuevo disco de Malevaje, es un trabajo magnífico y brillante. En algunos momentos ronda lo sublime. Por ejemplo, cuando dialogan mágicamente la guitarra de Raimundo Amador y el bandoneón del maestro Enrique Tellerías en Milonga sentimental. 0 el saxo de Jorge Pardo en el foxtrot Rubias de Nueva York. Y otros muchos momentos. Todo ello con sonido impecable y luces resultonas.Sin abandonar en ningún momento la ortodoxia, Antonio Bartrina canta a Gardel de otra forma, como diría Felipe Mellizo. Los aromas del castizo barrio madrileño de Lavapiés son sutiles a veces; en ocasiones, clamorosos. Bartrina (noctambulario, talante achulapado, duro y tierno, posmoderno, amablemente acanallado, mujeriego, sincrético como la villa que lo parió) está en su punto. Es un resistente victorioso. Ha aguantado diez años contra viento y marea.

Malevaje

Antonio Bartrina (voz), Jorge Muño (contrabajo), Enrique Tellerías (bandoleón), Guadalupe Sánchez (piano), José Luis López (violoncello), José Amador Pablo (violín), Luisa Merino (bailarina), con la colaboración de la pareja de baile Marcelo y Marcela. Palacio de Congreso, Madrid, 17 de enero.

Pero ahí está él, fresco, ajustado a medida, con ganas, con poderío. Y con una orquesta exquisita y barroca. Con una bailarina, Luisa Merino, que encandiló al respetable. La colaboración de la pareja de baile Marcelo y Marcela fue arrolladora. Y la irrupción de Joaquín Sabina ("un tipo casi tan golfo como yo", dijo Bartrina) provocó en los tendidos un suspiro con olor a pecado y desatinos. Cantaron a dúo Mano a mano, un clásico del género.

El montaje es ejemplar. Pero hay un lunar cimarrón (los lunares, a veces, son graciosos): en escena, Bartrina está atacado por la timidez; no sabe qué hacer con las manos; se rasca inquietantemente el cinturón; está encorvado; introduce parlamentos espúreos entre canción y canción. El tango es sentimental, pero muy chulo, muy apuesto, muy seguro. Antonio Bartrina precisa un director escénico de inmediato, al igual que la gran mayoría de nuestros cantantes.

La velada fue gozosa y dionisiaca. El tango es carne fresca y esquiva, está relacionado con las bajas pasiones necesarias, el frenesí, el delirio, la desmesura. Para entendemos, casi todos los seguidores de Malevaje visitan también los jardines del Lou Reed de la Velvet Underground. A ver si se entera el chotis.

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