El Teatro de la Danza hace bailar a Emma Penella en un "molière"
Un hipocondriaco neurótico, interpretado por el actor Miguel Palenzuela, y su criada, Toñeta, personaje que aborda la actriz Emma Penella, con la dirección y versión de Luis Olmos y su compañía El Teatro de la Danza, son la base de El enfermo imaginario, última obra que escribió, interpretó y dirigió Jean Baptiste Poquelin, universalmente conocido por Molière. Ello supone ver a Emma Penella en una nueva faceta: la de bailarina, aunque la actriz afirma: "Sólo doy algunos pasitos". La obra se estrena hoy en el Teatro Español de Madrid.Además de los dos conocidos actores, en el montaje intervienen otros trece, habituales de esta compañía, que lleva dos décadas dedicada a la investigación escénica, a la formación actoral y a la fusión de diferentes técnicas, como el teatro y la danza. En este espectáculo la música, de compositores de la época de Moliére, tiene un especial protagonismo.
"Montarnos un moliére para pagar una deuda que tenemos con Poquelin", dice Olmos, "el suyo ha sido un ejemplo para la gente que queremos tener una compañía, y hay ciertos paralelismos entre su concepción del teatro y la nuestra ... ; de hecho esta obra la concibió con danza, pantomima, música, elementos con los que nosotros siempre jugamos", señala.
El amarillo
Gustavo Pérez Puig, anfitrión del espectáculo, como director del Teatro Español, no tenía previsto programarlo, a pesar de que le entusiasmó cuando lo vió en el Teatro Auditorio de Alcobendas (Madrid), del que el Teatro de la Danza es compañía titular. "En esta profesión manda el público y éste no ha respondido con el anterior estreno que hemos hecho", afirma Pérez Puig, "pero la mala suerte se ha. visto recompensada al poder traer esta magnífica puesta en escena que preveo será un éxito..., además la hacen sin traje amarillo", dice el director en referencia a la tradición de los teatreros españoles de que el color amarillo es gafe. Existe la creencia de que Molière murió interpretando esta obra vestido de amarillo. La misma superstición y por la misma causa la tienen los italianos y los franceses, con la pequeña diferencia de que los primeros insisten en que el traje era morado y los galos se empeñan en que fue verde. En realidad, Poquelin, que hacía de enfermo imaginario, se sintió indispuesto en mitad de una función, aguantó hasta el final, se fue a su casa y después de tres días, con fuertes dolores, falleció en su cama con un camisón inmaculadamente blanco, como el que lleva el enfermo Palenzuela en esta función.
Babelia
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