_
_
_
_
_

"Colibrín, el devoralibros"

Un chaval de nueve años diseña la mascota de las bibliotecas de Fuenlabrada

Se llama Colibrín, es un lindo colibrí de colores en el que as alas se han ransformado en libros -libralas, en realidad- y acaba de ser proclamado mascota oficial de las cinco bibliotecas públicas de Fuenlabrada (164.000 habitantes). A partir de ahora presidirá todos los carnés y carteles de estas instalaciones e incluso cobrará forma humana para contar historias a sus usuarios. Tan singular animal de biblioteca gusta de "estar caliente en su nido hecho de libros", "oír cuentos de ancianos" y "absorber las palabras bonitas como, por ejemplo, "néctar de flor". Lo explica quien mejor le conoce, el padre de la criatura: responde al nombre de Gonzalo Repiso y tiene nueve años. Este precoz diseñador fue uno de los 357 niños fuenlabreños que respondieron a lo largo del pasado mes de diciembre a la llamada del Ayuntamiento, ávido de un amuleto para sus salas de lectura. "La historia de Colibrín nos pareció deliciosa", corrobora el coordinador local de bibliotecas, Miguel Rodríguez. "Ahora encargaremos a una empresa de diseño que pula la idea del chaval y él mismo elegirá el diseño definitivo". El autor se embolsa 30.000 pesetas en libros repletos, a buen seguro, de palabras hermosas. A Gonzalo, que estudia cuarto de primaria en el colegio Mariana Pineda, se le encendió la lucecita creativa al escuchar por la radio del coche una canción, Verde colibrí. "La canta un señor que se llama Silvio Rodríguez, mis padres tienen el disco en casa", explica con un desparpajo insospechado. Y agrega: "Ya le he dicho a papá que me lleve este fin de semana a la FNAC para elegir los libros". El aludido no oculta su orgullo. "Es un niño creativo, voluntarioso y le gusta trabajar", dice. Junto al premio de mascotas, la delegación de Cultura de la ciudad sureña también ha fallado un concurso literario destinado al público adolescente. Se propuso describir "una Navidad distinta, no convencional y al margen del consumismo imperante hoy día", y quien mejor lo hizo fue Raquel Viejobueno, con un relato de una crudeza ciertamente inusual para sus 15 años. La otra Navidad, que así se titula, cuenta las nostálgicas últimas fiestas navideñas de una anciana al borde de la muerte. "Nada puedo hacer yo más que esperar a que el recuerdo se despierte de su tumba y me brinde el placer de ser otra vez la misma muchacha de siempre", se lee en él. Y, más abajo: "Esta Navidad será distinta, nadie vendrá a besarme en la mejilla y a acariciar mi mano. Nadie; sólo la muerte". Esta convocatoria también contó con un número apreciable -76 obras- de participantes. Su trabajo le ha costado a Rodríguez tanto dinamismo. "Los colegios se comprometen con nuestras actividades. A veces les alteramos un poco el ritmo de trabajo, pero responden", confiesa.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_