"Los totalitarismos son ya pasado en Nicaragua , dice el presidente Alemán

Con la entrega de la banda azul y blanca de manos de Violeta Chamorro y su imposición a Arnoldo Alemán, Nicaragua consumó ayer el primer traspaso de poder entre dos presidentes civiles elegidos democráticamente en los últimos cien años. Ante 82 delegaciones internacionales y en un abarrotado estadio, Alemán instó ''al perdón y al olvido" para dejar atrás los años de dictaduras y enfrentamientos armados y consolidar la transición política. "Los totalitarismos son ya pasado en Nicaragua".

La transmisión del mando estuvo pendiente de un hilo hasta el final. Tanto que fueron detenidos dos hombres que "pretendían atentar con dinamita" contra Alemán antes de que tomara posesión. Uno de ellos es un subcomandante retirado de la policía. Y es que el ambiente político estaba que estallaba. Hasta la noche del jueves, la nueva Asamblea Legislativa discutió en acalorados debates la elección de su presidente, que debía ejercer de maestro de ceremonias y principal testigo del acto. El Frente Sandinista, segunda fuerza del país, con 36 de los 93 diputados, quería una votación secreta para asegurarse el apoyo de algunos de los 15 pequeños partidos, a quienes el respaldo público a la antigua guerrilla hubiera puesto en entredicho. El control de la directiva de la Asamblea se había convertido en su prioridad absoluta.La Alianza Liberal, el partido de Alemán, con 42 escaños, quería una votación pública como estipula el reglamento del Legislativo. La decisión la tomó el Consejo Supremo Electoral: la elección sería pública. El grupo sandinista se retiró en medio de declaraciones incendiarias y el resto de los diputados eligió a un liberal como presidente legislativo.

Superada la última barrera y con la guerra ya declarada por el Frente Sanidinista, Alemán tomó posesión de su cargo en un clima de relativa calma. Violeta Chamorro, con su eterno traje blanco y su bastón, se despidió con emotividad. La viuda del periodista Pedro Joaquín Chamorro, asesinado por las fuerzas somocistas, recordó la angustia que sintió al asumir la presidencia, en abril de 1990, por el estado de guerra que se vivía entonces. "Goberné para todos los nicaragüenses, no di cabida ni al odio ni a la revancha", dijo. "He cumplido con el sueño de Pedro Joaquín: que Nicaragua volviera a ser república". Tras pedir perdón por sus errores, instó al nuevo Gobierno a mejorar el diálogo y la convivencia.

El presidente entrante pronunció un discurso muy conciliador, en el que reiteró la necesidad de que la oposición contribuya con sus aportaciones a la construcción del país. No pudo evitar, sin embargo, la crítica alusión a las minas que, sin nombrarlo, el Frente Sandinista le ha ido poniendo en el camino. Alemán desgranó su programa de gobierno, en el que prometió la lucha contra la pobreza, la consolidación de la economía de mercado, la profundización en las libertades y la lucha contra la corrupción.

La delegación española estaba encabezada por el príncipe Felipe de Borbón y por el ministro de Asuntos Exteriores, Abel Matutes. El heredero de la corona, que recibió la ovación más larga, junto a ocho presidentes latinoamericanos, cuatro vicepresidentes y ocho ministros fue recibido con honores de Estado.