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La presidencia holandesa de la UE, contra el ingreso de España en la primera ola del euro

Xavier Vidal-Folch

ENVIADO ESPECIAL La presidencia semestral holandesa de la Unión Europea (UE) se estrenó ayer lanzando un jarro de agua fría a las aspiraciones de España, Italia y Portugal de acceder a la moneda única en el grupo de vanguardia, desde el 1 de enero de 1999. El ministro de Hacienda holandés, Gerrit Zalm, propugno una primera ola "muy reducida para asegurar la credibilidad del euro". Y calificó de "histeria" la pasión de los gobiernos sureños de formar parte desde el primer momento de la unión económica y monetaria (UEM).

Michael Glos, dirigente del grupo parlamentario de la democracia cristiana bávara -la CSU, el partido del ministro de Hacienda alemán, Theo Waigel- declaró este fin de semana que ni Italia, ni España, ni Bélgica deberían entrar en el grupo de vanguardia. A preguntas de un grupo de periodistas europeos, con motivo del inicio de la presidencia holandesa, el ministro holandés se mostró sorprendido de se incluyera a Bélgica, pero no consoló a italianos ni españoles.Al contrario, el nuevo presidente del Ecofin propugno una "unión monetaria reducida en su inicio" para garantizar la "credibilidad del euro". Así se evitarían, dijo, dos riesgos. Uno, que el nuevo Banco Central Europeo (BCE) deba intervenir de inmediato para convencer a los mercados de su estabilidad. Dos, que se tengan que aplicar inmediatamente las sanciones del duro Pacto de Estabilidad aprobado en la reciente cumbre de Dublín.

Portugal, en mejor posición

Del grupo de vanguardia deberían formar parte, según Zalm, Alemania, el Benelux, Francia, y quizá Austria e Irlanda. La inclusión de algún país mediterráneo no sería necesaria, sostuvo, "apelando a criterios de equilibrio geopolítico", y sólo viable si los países del Sur "cumplen estrictamente los criterios de Maastriclit". Con ello, el nuevo titular del Ecofin se alineaba con el ala más radical de la ortodoxia monetaria alemana.Y dijo más. Zalm cree que "Portugal está en mejores condiciones que España" para acceder al euro y aseguró que "hay un consenso de los jefes de Estado y de Gobierno para rechazar las medidas coyunturales [como la de France Telecom o la congelación salarial de los funcionarios españoles] de ajuste del déficit".

El ministro remató la faena calificando de "histeria" la pasión de los países sureños por acceder al euro desde el principio. "Que tengan paciencia", recomendó, "pues hasta Grecia podrá incorporarse antes de la circulación de los nuevos billetes en el año 2002". "Holanda se negará a entrar en una moneda única alcanzada con criterios que no sean estrictos".

"No tengo deseos" de que se especule con los candidatos 11 antes de la selección que se realizará a principios de 1998", le matizó su colega de Exteriores, Hans Van Mierlo, esperando evitar que la polémica distorsione su semestre. Pero aparte de ese motivo táctico, la presidencia comparte, compacta, el enfoque ortodoxo. "Esperamos que el euro será tan fuerte como lo es hoy el florín, que es más fuerte incluso que el marco", recordó el primer ministro, Wini Kok.

¿Qué efectos prácticos tendrá este reto en los próximos meses? Quizá un endurecimiento a la hora de traducir a la letra pequeña los acuerdos alcanzados en Dublín sobre la introducción del euro y el Pacto de Estabilidad. Quizá un nuevo enfrentamiento entre ricos y pobres. "Nos lanzaremos contra Rotterdam", comentaba un diplomático español, aludiendo al tráfico ilegal que se genera en el puerto holandés.

Quizá éstas declaraciones no logren romper el encantamiento de los mercados con la hipótesis de un euro compartido por muchos países, entre ellos España. Pero el signo inaugural de la presidencia, es rotundo. Otro dato, significativo: Zalm ha tenido que suprimir de la agenda del Ecofin su pretensión de que se discuta ya, oficialmente, la revisión de las perspectivas financieras plurianuales, las ayudas estructurales y la Política Agrícola Común (PAC) en la perspectiva de la ampliación al Este, debido a la presión española.

La última muestra del alineamiento de Holanda con la ortodoxia monetaria es su defensa a capa y espada del próximo presidente del Instituto Monetario, el holandés Wim Duisenberg, como "excelente candidato" para presidir el futuro BCE, pesé a la declarada oposición de Francia.

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