Todos llegaron

El concierto más ambicioso de Actual 97 se presentaba incierto. Actuaban grupos de Zaragoza, Asturías, Granada y Cantabria, más invitados de Madrid y Barcelona. Y a pesar del estado de las carreteras, todos estuvieron a la hora en el lugar indicado: el pop alternativo también tiene su pundonor profesional.Pero no pierde su pizca de locura. Que en el caso de El Niño Gusano pesa toneladas. Con una formación reforzada, el grupo que encabeza Sergio Algora se deslizó elegante por un universo paralelo donde la música se estira y se deforma obedeciendo a peculiares leyes estéticas. Un síntoma de su perversidad: sabotearon su mayor éxito, La mujer portuguesa, con interludios chocantes que el público toleró con generosa paciencia.. Entre la psicodelia de salón y el pop efervescente, El Niño Gusano tiene un nicho único.

El signo de la noche era la reconciliación de los grupos actuales con sus predecesores, una bella idea de Ignacio Faulín, coordinador musical de Actual, que provocó curiosos encuentros. A El Niño Gusano se sumó Pepe Robles, el taciturno guitarrista de Los Módulos, a la hora de recrear un clásico del progresismo dulce hispano: Todo tiene su fin se desarrolló acelerado y subió en embriagadora espiral.

Doctor Explosión no se quedó atrás a la hora del delirio: los gijoneses salieron ataviados con sábanas a modo de togas y con coronas de laurel sintético. Su capacidad para asumir diferentes personalidades revela a un grupo con una gran colección de discos y un sentido del humor aún mayor. Ellos, eruditos de los géneros guitarreros de los años sesenta, tuvieron dos invitados: Gabi Alegret, de Los Salvajes, demostró su pasmoso poderío con la recreación del himno Soy así, mientras que Miky -sin los Tonys- exhibió entusiasmo y agilidad.

Desganados

Si Doctor Explosion es el grupo que más se divierte sobre un escenario, Los Planetas parecen materializarse como por casualidad. A pesar de contar con una nueva y vigorosa sección rítmica, siguen presentándose con reticencia y aparente pereza. Ellos tienen, sin embargo, un ramillete de canciones exquisitas que ni siquiera perecen cuando J. Rodríguez susurra más que canta (y lo hace mirándose al ombligo). Aparte de estribillos gozosos, Los Planetas poseen también un complejo juego de guitarras que ocasionalmente centellean entre ese voluntario barullo. Un potaje de decibelios que deslució la aparición de José María Granados, el cantante de Mamá; Los Planetas, a diferencia de otros estetas del clan indie, sí reconocen una deuda con la nueva ola de los primeros ochenta y fue una lástima que no confluyera la urgencia de Mamá con los arabescos de Los Planetas.

Tal vez por el título del espectáculo (La Noche del Pop Español) Los DelTonos rehusaron compartir las tablas con algún veterano. El trío, al que honra haber mantenido una áspera lucha por su autonomía creativa, está empeñado en llevar una trayectoria diferente, aunque eso no suponga más que ir siempre a la contra. Sin embargo, una vez que se prescinde de la cortina de espeso humo que despliega su representante-ideólogo, queda un grupo sólido y brillante dentro de los parámetros del blues-rock. Ellos también llegaron y vencieron.