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Las revolución de las élites en Moscú

Un nuevo grupo bancario-industrial disputa el poder al entorno de Yeltsin

Una auténtica revolución silenciosa ha ocurrido este año en Rusia: el reemplazo de la antigua élite política por una nueva, manejada por los grupos bancario industriales. Últimamemnte la política rusa había pasado a ser dominada por el selecto grupo de banqueros conocido como club de los siete -que garantizó la victoria de Borís Yeltsin en las elecciones presidenciales-, pero la semana pasada sus rivales, se unieron para plantarles cara. El líder político del primer grupo es Anatoli Chubáis, jefe del gabinete del presidente; el del segundo, Víktor Chernomirdin, primer ministro.La nueva unión de 11 bancos pretende ser un contrapeso al occidentalista club de los siete y presentarse como un defensor de los auténticos intereses nacionales. Por ello, e4 club de los once hace hincapié en la necesidad de invertir en la industria nacional, cuyo estado es catastrófico. Este tinte nacionalista se refuerza en las mentes de los rusos de a pie -entre los que el antisemitismo está todavía muy desarrollado- por el hecho de que el primer grupo se asocia con el "capital judío" -seis de los siete banqueros son judíos-, mientras que el segundo se asocia con el "capital ruso".

El club de los siete tuvo garantizada su victoria sobre el resto de los bancos en las truculentas subastas de privatización y en otros pingües negocios -el último fue el control del gigantesco Agroprombank- gracias a la ausencia de Yeltsin y a que en el Kremlin se encontraba Chubáis, líder político del grupo. Chubáis, que fue el cerebro gris de la campaña electoral reforzó sus posiciones en el Kremlin con el nombramiento de Borís Berezovski -dueño de un imperio empresarial que abarca desde el petróleo hasta la banca- como vicesecretario del Consejo de Seguridad. En el Gobierno, el club de los siete introdujo a uno de sus miembros, el ex presidente del Oneximbank, VIadímir Potanin, que es viceprimer ministro responsable de la Economía.

Ahora que Yeltsin ha regresado al Kremlin la situación puede cambiar, aunque el club de los once prácticamente no tiene a nadie cerca del presidente. Víktor Chernomirdin, el jefe del Gobierno ruso, es el líder político de este último grupo, pero sus relaciones con Yeltsin son muy diferentes a las que tiene Chubáis y la influencia sobre el presidente aparentemen te es mucho menor. El nuevo club, por lo visto, desea hacer de Serguéi, Shajrái, nombrado recientemente representante de Yeltsin ante el Tribunal Constitucional, su hombre en el Kremlin.

La primera gran batalla entre estos dos grupos financieros rivales se dará el próximo mes en torno al Sistema Enérgetico único (SEU), el monopolio de la electricidad en Rusia. El Banco de Reserva Nacional (BRN) ha anunciado que competirá por el 8,5% de las acciones del SEU que ahora se ponen a la venta. Precisamente el presidente del BRN, Alexandr Lébedev, ha sido el impulsor de la creación del club de los once.

El resultado de esta batalla es difícil de, predecir. El club de los once -que opina que no hay que cumplir ciegamente las severas condiciones que ha impuesto el Fondo Monetario Internacional a la economía rusa- lo forman, además del BRN, gigantes como el Sberbank o Banco de Ahorros; el Vshenhtorbank o Banco de Comercio Exterior o el Vnesheconombank, y los nada despreciables Imperial, Inkombank, Pronistroibank, Avtobank, Mosbisnesbank, Mezhkombak y Gazprombank. Además, cuenta con el apoyo de los monopolios estatales del gas -Gazprom-, de la electricidad -SEU- y de la venta de armamentos, Rosvooruzhenie, y de otras empresas influyentes como la petrolera Lukoil.

El club de los siete también es muy poderoso. Además de tener representantes directos en el Kremlin y en el Gobierno, posee un imperio informativo que sabe utilizar muy bien (baste citar la reciente campaña en la prensa contra el banco Imperial). VIadímir Gusinski, jefe del grupo financiero Most, controla el diario Segodnia, la televisión NTV, la radio Eco de Moscú y otros medios. Berezovski tiene intereses en el primer y sexto canal de televisión. Pero los once quieren dar batalla en los medios de información, como se desprende de la febril actividad que están desarrollando las empresas cercanas al nuevo grupo, especialmente Gazprom, que tiene intereses en la TV y en una serie de periódicos. Gazprom desea comprar el legendario diario Pravda.

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