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La retirada israelí de Hebrón se firmará este año, según Yasir Arafat

Tras meses de penosas negociaciones, Israel y los palestinos daban ayer toques finales al borrador de acuerdo para el repliegue parcial de las tropas israelíes de Hebrón, el pacto que ampliará decisivamente la influencia de Yasir Arafat en Cisjordania y avivará la nueva oposición ultraderechista judía al Gobierno de Benjamín Netanyahu. Fecha todavía no existe, pero ambos lados sugieren que el acuerdo será firmado la próxima semana.

Será entonces cuando retorne el mediador norteamericano Dennis Ross de su paréntesis navideño en Washington. "Si los israelíes cumplen sus promesas y los planes que han sido elaborados, es posible que quede concluido el acuerdo la próxima semana, el 30 o el 3l", declaró a la agencia Reuter el legislador palestino Ziyad Abu Ziyad tras una reunión entre Arafat y miembros del consejo legislativo palestino.Mientras delegados israelíes y palestinos discutían detalles en un hotel de Jerusalén, nuevos incidentes redoblaron la tensión en Hebrón, donde la policía israelí está tratando de moderar las provocaciones de los colonos judíos y contener la reacción de los palestinos. Hombres no identificados arrojaron ayer una bomba incendiaria cerca de uno de los tres diminutos asentamientos judíos. No hubo heridos ni daños. El lunes, los colonos intentaron ocupar dos casas árabes más en un intento de sabotear el acuerdo.

Netanyahu trataba ayer de impedir una división de su Gobierno ante la tenaz oposición de algunos de sus 18 ministros y de numerosos aliados en el Parlamento que consideran el acuerdo de Hebrón como una capitulación ante los palestinos. Pero síntomas reales de un inminente terremoto político no existen.

El Likud de Netanyahu puede sobrevivir en caso de crisis en las filas de la derecha. La opción de un gobierno de unidad con los laboristas de Simón Peres asusta a los partidos religiosos: si se salen de la coalición de gobierno pierden todos los preciosos beneficios que les están haciendo crecer con un impulso sin precedentes. En un intento por demostrar a los colonos que no todo está perdido, un grupo de rabinos ultraderechistas decretaron que es deber religioso impedir la entrega de tierras judías. La idea es considerada sólo como otra expresión semifolclórica sin posibilidad de hacerse realidad.

Si Netanyahu tiene en mente, como se afirma, un plan para tratar de neutralizar la convicción palestina de que actúa siempre de mala fe, pocas cosas podrían haber ilustrado mejor su supuesto propósito de cambio de imagen que la reapertura al público palestino de un camino clausurado hace tiempo en Gaza. La vía, que pasa justo en frente del asentamiento judío de Netzarím, fue cerrada tras un singular atentado suicida. "Esto coincide con la atmósfera de prerreconciliación", declaró jovialmente el general Saib al-Ajez, uno de los comandantes de la policía palestina que participó en la ceremonia de reapertura del camino con un comandante israelí.

Aires preconciliatorios o no, lo cierto es que la transición de las negociaciones al repliegue de las tropas israelíes de Hebrón ha transcurrido sin la explosión de violencia que muchos pronosticaban. La detención de más de diez colonos por la policía israelí durante el amago de ocupación el lunes ha enviado una drástica señal de la seriedad de las advertencias de Netanyahu de que su Gobierno va a mantener a los ultrarreligiosos judíos a raya. Avanzadillas del Gobierno palestino han llegado con similar propósito a Hebrón. Allí han tomado contacto con organizaciones palestinas radicales, desde el Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP) hasta el Hamás y la Yihad Islámica, para recordar a sus jefes que, antes o después, Arafat controlará gran parte de la ciudad.

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