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Tenerife, ¿una hora después o una hora antes?

Los centros neurálgicos de la música se han ramificado en los últimos años de una manera espectacular hacia la periferia. La cultura no se produce ya exclusivamente en las grandes ciudades. El empuje de poblaciones de tamaño moderado está ligado, entre otras razones, a un cambio sociológico en la valoración de la calidad de vida. Las metrópolis están cansadas y muchos artistas se refugian en lugares de dimensiones más humanas. Se busca otro tipo de, sensibilidad..Limitándonos al mundo sinfónico, ¿quién hubiera dicho hace unos años que la Orquesta de Birmingham iba con Simon Rattle a tratar de tú a tú a cualquiera de las londinenses? O, en un terreno más cercano, ¿quién hubiera soñado que la Sinfónica de Tenerife y Víctor Pablo Pérez hiciesen un Wagner tan lírico e intenso como el que han realizado este mes en el teatro Guimerá con el tercer acto de La walkiria?

Algo está cambiando en los planteamientos de las orquestas más dinámicas, de la mano generalmente de directores jóvenes e inquietos, y ese algo tiene en todas ellas tres puntos coincidentes: los aspectos educativos o, si se prefiere, de participación global de la sociedad; la ampliación del repertorio hacia territorios no convencionales, con la incorporación de músicas fronterizas, populares, ligeras y, por supuesto, con la presencia destacada de composiciones del siglo XX, y la ruptura con hábitos encorsetados a la hora de enfrentarse a un concierto.

Tenerife sabe mucho de todo esto. Su orquesta cumple a rajatabla las tendencias señaladas. Los habitantes de la isla la consideran su orquesta y se alegran de sus éxitos como si de los del equipo de fútbol se tratara. En el Concierto de Navidad al aire libre en la zona portuaria de Santa Cruz logran convocar a más de 20.000 personas. En las grabaciones discográficas son capaces de simultanear una integral de las sinfonías de Robert Gerhard con un disco de obras para timple y orquesta. Además, integran en su periplo con facilidad a los personajes. populares: el último ejemplo es la cantante, Rosaña, con quien ya están haciendo planes, para tocar algo juntos. Las actitudes no pueden ser más abiertas.

Ahora se están preparando para un gran desafío: la apertura, el 31 de diciembre de 1999, de un nuevo, escultórico y audaz auditorio junto al mar diseñado por Santiago Calatrava. Los políticos, por una vez, han establecido la secuencia de actuaciones en un orden correcto: primero, conseguir una buena orquesta; después, levantar un auditorio en condiciones. Han sabido esperar y tal vez tengan al final una de las construcciones más hermosas de este tipo. El edificio no está aislado, sino integrado en un complejo cultural y recreativo en el que las nuevas arquitecturas conviven con los restos re cuperados artísticamente de la antigua refinería. Si utiliza con imaginación este entorno, el reto cultural puede ser apasionante. ¿Llegará a ser Santa Cruz de Tenerife un anticipo de las nuevas ciudades culturales del siglo XXI, más equilibra das, sosegadas y placenteras que las grandes megalópolis del XX?

Citábamos antes las incidencias didácticas. Pues bien, en la isla de al lado está uno de los centros educativos más ejemplares del territorio español, la Escuela de Música Insular de La Palma. Su director, Gonzalo Cabrera, exponía con claridad la filosofía de funcionamiento de la escuela en el último número de la estupenda revista Quodlibet, que edita la Universidad de Alcalá de Henares. La pregunta salta inmediata mente: ¿qué condiciones de todo tipo propician que coincidan en la misma franja geográfica una orquesta y una escuela de música tan simbólicas y representativas de una esperanza? Es materia de reflexión. La diferencia horaria con la Península no puede ser más ambigua. Al menos en música, y en sentido metafórico, no se sabe muy bien si en Tenerife es una hora menos o una hora más.

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