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Reportaje:

"Expediente X´ es el McDonalds de la imaginación"

Jacinto Antón

Físico, consultor de la NASA y uno de los más interesantes y aplaudidos escritores de ciencia ficción dura -meticulosamente científica- de la actualidad, Gregory Benford (Mobile, Alabama, 1941) está considerado el delfín de Arthur C. Clarke -el autor de 2.001 y Cita con Rama-, del que es buen amigo. Benford, que ha viajado recientemente a Barcelona para entregar el premio de narrativa de ciencia ficción de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC) -ganado por el argentino Carlos Gardini-, considera que el actual interés por los fenómenos paranormales es una demostración de que la gente necesita algo con que maravillarse. "Desgraciadamente", afirma, "la gente cree que la ciencia no le habla en esos términos y prefiere imaginar maravillas en lugar de aprender maravillas. Imaginar misterios fáciles en vez de adentrarse en los verdaderos y fascinantes misterios del cosmos. Es triste. En ese sentido, los Expedientes X son el McDonalds de la imaginación".Benford, autor de obras señeras de la ciencia ficción, como Cronopaisaje o la serie de novelas del Centro Galáctico (todo en Ediciones B), habla de esos grandes misterios del espacio y a uno le parece estar escuchando al replicante de Blade Runner: "¿Lo más extraño que hemos encontrado? Dedos magnéticos de 200 Años luz de longitud por dos anos luz de ancho, algo muy extraño. No se parece a nada visto anteriormente. Mi teoría, que ahora está considerada la estándar, es que se trata de una especie de relámpago congelado que dura un millón de años. ¿Quién podría imaginar algo así?".

No menos alucinantes son los agujeros de gusano del cosmos, a los que Benford se refiere cuando se le pregunta si hay algo nuevo en cuanto a viajar por el espacio a velocidad superior a la luz. "De momento no, pero hay evidencias de otro método para el viaje estelar sin ir contra la teoría de la relatividad general: esos agujeros de gusano, o puentes de Einstein, que vinculan dos puntos separados del espacio con una especie de atajo. Quizá hayan sido creados en el Big Bang y quizá estén aún abiertos. Podrían ser una especie de metro gratuito hacia las estrellas".

"Creo que estamos en el inicio de una nueva era de exploración", dice Benford, que considera nuestro lugar en el universo "muy pequeño, muy reciente, pero con inmensas posibilidades". Y afirma: "Tanto da que seamos los únicos seres inteligentes de la galaxia o unos más entre millares -ambas cosas son posibles-, pues en cualquier caso nos encontramos frente a una responsabilidad abrumadora".

Si hay gente que tiene miedo al mar y los ascensores, cómo no tenerlo al espacio y las astronaves. "Somos primates y los miedos están en nuestra naturaleza, pero lo humano es superar los miedos. Como lo hicimos con el fuego. Los chimpancés no pudieron y por eso son ellos, y no nosotros, los que están en el zoo".

Precisamente, la primera novela de Benford, Sudario de estrellas (Martínez Roca), trataba de una raza alienígena que explotaba el miedo de los humanos. "Sería fácil tener miedo del siglo que. viene", continúa Benford. "La biología y la biotecnología nos van a obligar a redefinir lo que significa ser humanos. La biología nos va a dar poderes prometeicos, expandiendo nuestras vidas un 50% más de tiempo. y permitiéndonos diseñar a nuestros hijos. No están claras las limitaciones éticas al respecto. La ciencia, ficción nos ayuda a interrogarnos sobre cosas como- ésas. A no tropezar ciegamente contra un futuro de shocks".

Benford, que acaba de participar en un congreso en Milán sobre propulsión a chorro, asume que es un escritor de ciencia ficción dura (en sus novelas, pueden leerse cosas como "convertir toda una nave en taquiones en un nanosegundo es un proceso inconcebiblemente complicado", idea con la que no puede mostrarse uno más de acuerdo). Ha llegado a decir que escribir ciencia ficción sin cuidar el lado científico es como jugar al tenis sin red. "Sí, y la fantasía es como hacerlo sin pelotas; admiro a gente como Bradbury y Le Guin, y sé que ciencia ficción dura no equivale directamente a buena. Pero creo que si el término ciencia ficción significa algo, es que debe ser más rigurosa que la ficción corriente".

Lo que no ha sido obstáculo para que en algunas novelas -muy amenas aunque uno ignore qué demonios es la presión de Fermi-Benford haya tratado de llevar temas y técnicas narrativas de su paisano William Faulkner a la ciencia ficción. "Vivo a 200 kilómetros de donde nació Faulkner", explica; "me he criado en la misma tradición de contar historias, caracterizada por un sentido de continuidad, cultural y el peso del pasado". Benford ha escrito también una continuación de la célebre serie de Asimov La Fundación.

De los prejuicios contra el género dice: "La ciencia ficción siempre será una literatura de minorías. Es más intelectual que la novela literaria y a mucha gente eso le molesta. Es más fácil escribir acerca del pasado. Hacerlo sobre el futuro genera una cierta responsabilidad".

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Sobre la firma

Jacinto Antón
Redactor de Cultura, colabora con la Cadena Ser y es autor de dos libros que reúnen sus crónicas. Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona y en Interpretación por el Institut del Teatre, trabajó en el Teatre Lliure. Primer Premio Nacional de Periodismo Cultural, protagonizó la serie de documentales de TVE 'El reportero de la historia'.

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