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Reportaje:

¿Manías o signos de trastorno psiquiátrico?

Las obsesiones son el cuarto problema mental en países desarrollados

"Todas las personas tienen sus pequeñas obsesiones, y cualquiera puede comprobar que ha apagado la luz dos veces por su propia seguridad; pero un obsesivo compulsivo puede apagar la luz, salir a la calle, volver a subir a su casa y volver a comprobarlo, volver a bajar, volver a subir a su casa... y aun así se queda siempre con la duda de si lo ha hecho". Con este ejemplo explica Rosa Viñas, del hospital Psiquiátrico Provincial de Madrid, la particularidad del trastorno obsesivo compulsivo (TOC), una enfermedad mental que suele ocultarse por miedo o vergüenza, pero que, si no se trata adecuadamente, a la larga invalida la vida del paciente, ocupándole el cien por cien de su tiempo, y tiraniza a las personas de su entorno, sometiéndolas a sus obsesiones.Juan José López-Ibor, catedrático de Psiquiatría, define esta enfermedad por "la presencia de obsesiones o ideas que acuden repetidamente a la mente del sujeto y éste reconoce como propias, aunque las rechaza porque interfieren en su actividad. A veces, las obsesiones se acompañan de compulsiones y rituales encaminados a controlar o ejecutar la obsesión".

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Temas y rituales obsesivos

Antiguamente se consideraba al TOC una forma más de neurosis, pero ahora es reconocido como una enfermedad psiquiátrica con entidad propia. Según López-Ibor, su especificidad reside no tanto en la disfunción cerebral que lo provoca, como en la aparición de síntomas motores y tics que le son exclusivos.

El TOC ocupa el cuarto puesto entre los trastornos mentales más frecuentes en los países desarrollados, con una morbilidad del 1%; generalmente, aparece hacia el final de la adolescencia o en la juventud, y pocas veces después de los 35 años.

Al margen de estos datos, no es posible definir el perfil de los candidatos a padecer la enfermedad. Tampoco existe alguna forma de prevención o diagnóstico precoz, de hecho, y al contrario de lo que suele creerse, está comprobado estadísticamente que las personas con rasgos de personalidad obsesiva son las menos propensas a desarrollar un TOC.

Pérdida de libertad

Benedicto Crespo, del hospital Clínico de Madrid, explica que "hay que diferenciar bien lo que es el trastorno obsesivo compulsivo, el trastorno de personalidad obsesiva y los rasgos de personalidad obsesiva". Según Crespo, rasgos obsesivos se encuentran en muchas personas normales (perfeccionismo, puntualidad, orden, escrúpulos, reiteración); trastorno de personalidad obsesiva supone que el paciente tiene obsesiones y rituales, pero lo acepta sin preocupación, como su forma de ser; y el TOC se diagnostica cuando el enfermo rechaza sus ideas obsesivas y quiere librarse de ellas.Por tanto, el límite a partir del cual se consideran las obsesiones patológicas y requieren un tratamiento lo establece el propio paciente a partir del grado de pérdida de libertad que le producen.Sin embargo, los obsesivos suelen ocultar su enfermedad durante una media de siete años, creyendo que pueden controlarla solos, y no piden ayuda hasta que el problema les impide cumplir con su actividad diaria.

"El paciente reconoce lo absurdo de lo que le pasa y teme estar volviéndose loco y quedar estigmatizado; por ello, generalmente retrasa el comentario de estos síntomas tanto a los médicos como a sus propios familiares, en algunos casos hasta que esta incapacitación impide ya disimularlo", explica Viñas.

Una característica de la enfermedad que facilita su ocultación es que evoluciona muy lentamente. Resukta paradójico que a partir del momento en que el obsesivo comparte su duda con alguien el trastorno se agrava y acelera. (porque la intervención de un punto de vista exterior aumenta su inseguridad; y que al mismo tiempo sea imprescindible que transmita su obsesión para empezar a solucionarla.

Con frecuencia, el paciente no acude al psiquiatra por el TOC, sino por síntomas asociados, bien sea la ansiedad que le produce combatirlo, o la depresión que experimenta al ver deteriorada su calidad de vida.

El origen de la enfermedad sigue siendo incierto. Se considera que tiene un componente afectivo, pero no está claro si es la falta de afectividad la que hace surgir las onsesiones, o si, por el contrario, es la personalidad obsesiva la que provoca un desequilibrio afectivo. Los estudios se centran en conocer qué alteración aparece en el cerebro afectado. De este modo se descubrió el beneficio de ciertos fármacos antidepresivos, los inhibidores de la recaptación de serotonina (neurotransmisor), que junto a las sesiones de psicoterapia (relajación, autocontrol) constituyen el principal tratamiento, con resultados satisfactorios en cerca del 75% de los casos.

Javier Cabanyes, neurólogo del conocimiento de la madrileña clínica psiquiátrica Nuestra Señora de la Paz, considera que la enfermedad tiene una base biológica: "Fallos en el funcionamiento adecuado de circuitos del sistema nervioso que, por así decirlo, están mandando señales reiterativas, con imposibilidad para cortar esa información".

Está comprobado que existe una predisposición hereditaria al TOC, aunque es difícil establecer hasta qué punto es de origen genético o si se debe al ambiente familiar. Por otro lado, el papel de la familia es fundamental para convencer al enfermo de que necesita ayuda, ya que conoce, y a veces padece, sus consecuencias. Cabanyes explica que "la convivencia con un obsesivo es difícil, porque pregunta lo mismo continuamente. '¿Cerraste el coche?. ¿Estás seguro?. O hace participar a los demás de sus actos rituales, como lavarse 50 veces las manos antes de comer". También es habitual en ocasiones que el obsesivo encuentre una figura familiar, generalmente la madre, que por evitarle la ansiedad participa del juego de sus rituales.

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