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El gigante de los cometas cumple 90 años

En una reunión de astrónomos celebrada en Tejas hace unos años, Fred Lawrence Whipple tiró de repente una barra de pan sobre las cabezas de su sorprendida audiencia. El pan fue dando tumbos perezosamente de punta a punta igual que el núcleo del cometa Halley va dando vueltas por el espacio, como explicó alegremente Whipple mientras un voluntario agarraba el misil. Y añadió que el núcleo del Halley y una barra de pan tienen más o menos la misma densidad y aproximadamente la misma forma.Whipple, al que se ha llamado "Señor Cometa", sabía que el pan volador podía explicar su teoría mejor que mil palabras. Los cometas han sido una de las grandes pasiones de Whipple durante mucho tiempo; quizá sólo el mismísimo Edmond Halley ha estado tan íntimamente relacionado con ellos. Fue Whipple quien, en 1950, se dio cuenta por primera vez de que la delgada cola de un cometa emanaba de una "sucia bola de nieve" de su núcleo, lo que suponía un hito conceptual y una imagen elocuente que ha prevalecido hasta la fecha. Hasta ese momento, la mayoría de los astrónomos consideraban los cometas "bancos de arena flotantes", concentraciones sueltas de polvo y vapor exentos de materia sólida.

Carolyn Shoemaker, que no es precisamente una novata en la materia, ya que ha descubierto más cometas que nadie (34 y Whipple seis), afirma que "se trata del gigante de los cometas". Su marido, Eugene Shoemaker, otra autoridad, lo expresa más sucintamente: "Es mi héroe: Nuestra relación es la del héroe y el acólito".

Aunque Whipple cumplió 90 años el 6 de noviembre, muy poco han disminuido sus deseos por conocer mejor los cometas, esos espectaculares viajeros celestes cuya precipitación sobre la Tierra a lo largo de millones de años puede haber sido el origen de nuestra agua y quizá de los materiales orgánicos que hicieron posible la vida. "Si no hubiera cometas, no podríamos existir", afirma Whipple categóricamente.

A Whipple se le puede encontrar diariamente, como desde hace 65 años, en el Observatorio Astrofísico Smithsonian, una institución que fundó en Cambridge (Massachusetts) en 1931 y que dirigió durante tres décadas.

Aunque los cometas son lo primero que viene a la cabeza cuando se pronuncia el nombre de Whipple, el estudio de su naturaleza no es en absoluto su único logro. Entre sus otras contribuciones destacan:

- Fue Whipple quien señaló que los meteoros son partículas procedentes del interior del sistema solar que entran en ignición al contactar con la atmósfera, en lugar de partículas procedentes de las estrellas.

- Inventó las chaff: pequeñas tiras de aluminio desprendidas de los aviones para confundir los radares enemigos durante la Segunda Guerra Mundial.

- Utilizó la observación de los meteoros -y más tarde de satélites- para estudiar la naturaleza de las capas superiores de atmósfera terrestre y sus cambios diarios.

- Proyectó uno de los principales observatorios del mundo, el Multiple Mirror Telescope de Arizona y al mismo tiempo un tipo de telescopio completamente nuevo.

- Fue un pionero de la ciencia de la era espacial, incluso antes de que existiera como tal. En 1946, inventó un parachoques de meteoros para proteger a los satélites que ahora se llama escudo Whipple y se aplica prácticamente en todas las naves interplanetarias. Construyó el primer telescopio espacial y escribió sobre las misiones humanas a la Luna y a Marte mucho antes de que fuera lanzado el primer satélite.

De hecho, muchos de los astrónomos y científicos espaciales de importancia en la actualidad dicen que una de las primeras cosas que les llevó a dedicarse a su profesión fue una serie de artículos de Whipple, en colaboración con el pionero de los cohetes Wernher von Braun y de otros científicos, que apareció en la revista Collier a principios de los años cincuenta. Aquellos artículos iban a marcar el tono y la dirección de todo el programa espacial y anticiparon todo, desde las estaciones espaciales hasta la cuestión de si hay vida en Marte, pasando por los alunizajes.

Whipple además contribuyó significativamente a la era espacial. Incluso antes de que la ex Unión Soviética lanzase en 1957 el Sputnik, el primer satélite, había creado por todo el mundo una red de voluntarios armados con telescopios portátiles especiales para seguir el rastro de futuros satélites cuando pasasen a toda velocidad por el cielo; todo el mundo, desde el Gobierno de Estados Unidos hasta los medios de comunicación internacionales confiaba en los informes de su equipo Moonwatch. Whipple afirma: "Estábamos preparados cuando no lo estaba nadie".

Las observaciones del Moonwatch también proporcionaron información crucial sobre las capas superiores de la atmósfera terrestre al determinar hasta qué punto los satélites veían reducida su velocidad al avanzar hacia las zonas superiores. Esto llevó al desarrollo de una fórmula matemática para calcular el efecto de arrastre del aire de un satélite que todavía se utiliza.

Whipple también rompió moldes en la astronomía terrestre con un proyecto que revolucionó el diseño de los observatorios. A finales de los años sesenta, el astrónomo Aden Meinel -que en aquella época era jefe del Observatorio Nacional de Kitt Peak- comentó a Whipple la existencia de seis grandes telescopios que las Fuerzas Aéreas habían catalogado como sobrantes. Ambos concibieron la idea del Multiple Mirror Telescope que centraba la luz recibida por las seis lentes en una sola cámara y funcionaba así como un telescopio mucho más grande.

Durante dos décadas fue considerado el tercer telescopio más grande del mundo y la pieza clave de un complejo situado en el Monte Hopkins, en Arizona, que fue rebautizado en 1982 como Observatorio Fred Lawrence Whipple.

Los actuales telescopios más potentes del mundo -los gemelos Keck de Hawai- están fabricados con multitud de lentes que funcionan como una sola, o sea, que están basados en la idea de Whipple. Éste, por su parte, afirma ahora: "En el fondo soy un ingeniero. He podido determinar qué instrumentos funcionarían y qué es lo que puede construirse. Ese ha sido el secreto de mi éxito".

Copyright: The NewYork Times

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