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LA LIDIA: MÉXICO

Dos cátedras de toreo

Las faenas de florilegio de Armillita y la de escándalo de Ponce a los toros cuarto y quinto fueron dos cátedras diferentes del arte de torear. La del mexicano fue una exposición de pureza excepcional y la del hispano un ejemplo de aguante, destreza y celo profesional. Los dos triunfaron apoteósicamente y el éxito de Armillita sólo se vio empañado por el malinchismo del presidente, que le negó el segundo apéndice.Con el medido de fuerza que abrió plaza, Armillita hizo una labor de calidad por el lado derecho, pero duró poco pues el recorrido del animal pronto se esfumó. Con el cuarto, la decisión del artista de Aguascalientes obligó al ejemplar a entregarse e inspirado dio un recital del buen toreo. En el poema brillaron series de señoriales redondos y tandas de curvilíneos naturales en cuyo trazo resonaban los verbos aguantar, templar y mandar. De frente dejó la toledana hasta la bola. El respetable abucheó al usía por no conceder la segunda oreja.Bajando las manos y girando rítmicamente la cintura saludó Enrique Ponce con tersas verónicas al segundo, que se revolvía en un palmo de terreno. Con firmeza inició su tarea con la sarga, pero el burel tiraba derrotes y el valenciano lo lidió con pundonor jugándose la vida.

Garfias / Armillita, Ponce, Pizarro

Toros de Javier Garfias de los Santos, justos -anovillados 3º y 5º-, moruchos que con nervio se defendieron -salvo el 4º que colaboró-Miguel Armillita: estocada desprendida (silencio); estocada (oreja y petición unánime de otra). Enrique Ponce: estocada caída (ovación y salida al tercio); estocada (dos orejas), Federico Pizarro: estocada trasera tendida (ovación y salida al tercio); pinchazo y media (palmas). Monumental Plaza México, 15 de diciembre. Casi lleno.

Ante el quinto, que punteaba, Ponce, con una férrea voluntad y un aguante increíbles, demostró su oficio y el deseo enorme de triunfar. Terminó metiendo en la muleta al correoso morlaco, y haciendo gala de poderío y arte, ejecutó varios derechazos en círculo completo, templando la embestida del cornúpeta, que terminó trotón pero Fijo. Hizo la cruz y dejó el acero hasta los gavilanes.

Federico Pizarro salió adelante decorosamente en este cartel de lujo. Ante el tercero, que salió derrotando y con la cabeza arriba, mostró avances en su quehacer pues supo darle la distancia y componer el recorrido de la bestia para trastearlo con clase. En el que cerró plaza se empeñó en hacer embestir a un dizque oponente que sólo tiraba tornillazos.

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