_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Guatemala

El acuerdo de paz firmado en Madrid entre los distintos bandos guatemaltecos ha sido saludado con toda clase de legítimos entusiasmos. Desde que en 1954 el coronel Castillo Armas, con la ayuda de la CIA, derribó al Gobierno constitucional de Arbenz, Guatemala ha vivido una cruel guerra civil en el marco instigante de la guerra fría. Algunos sectores guatemaltecos recelan ahora de instrumentos democratizadores como la nueva policía, organizada según patrón de la Guardia Civil, policía democrática pero militarizada. Fue el Gobierno del PSOE el responsable de la exportación, del modelo, bajo el embrujo de aquellos tiempos en que Barrionuevo & Co. descubrieron a la Benemérita.Entre los primeros militares españoles que fueron a Guatemala a montar el invento, el oficial Yagüe dejó una excelente impresión, pero últimamente los sucesivos gobiernos españoles, y muy especialmente el del PP, han ocultado la identidad de los oficiales asesores, a pesar de los requerimientos de diferentes instituciones defensoras de los derechos humanos para conocer el currículo de los urdidores de policías democráticas pero militarizadas. Se incuba la sospecha de que el Gobierno español ha exportado a Guatemala a algunos oficiales implicados en procesos relacionados con el terrorismo de Estado. La sombra de Intxaurrondo inquieta en Guatemala, y más inquietará si se mantiene el ocultismo sobre los técnicos enviados para conseguir una policía democrática y, no lo olvidemos, militarizada.

Tras más de cuarenta años de discurso de la razón democrática roto por militares aventureros, es lógico el recelo ante una policía militar adiestrada según pautas culturales de ignorada y por ello temible procedencia y finalidad. Tras 40 años de terror militarizado, sólo falta que España contribuya a incubar los huevos de futuras serpientes.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_