Bucaram quiere apretar las tuercas a los especuladores en Ecuador
Durante el populismo argentino de los cuarenta, el general Juan Domingo Perón se manifestó dispuesto a colaborar en el ahorcamiento de los oligarcas entregando varios metros de soga a los descamisados. En Ecuador, el populista Abdalá Bucaram, que con la dimisión de tres ministros sufre su primera crisis desde su investidura en agosto, les quiere poner a abrir zanjas, compartiendo azada con los banqueros especuladores. Pero en América Latina apenas hay oligarcas a la vieja usanza, y menos en Ecuador, donde el extravagante presidente trata de aplicar un programa de privatizaciones y medidas que han sido criticadas por las grandes corporaciones.
La intervención estatal de la bananera gigante Noboa, de cuyas instalaciones e ingresos dependen 1,2 de los 11 millones de habitantes del país, constituye una de las decisiones más fuertes, pendiente de ratificación, adoptadas por la Administración de un presidente de 45 años, hijo de inmigrantes libaneses, que graba discos, subasta en beneficio de los niños su bigote hitleriano y se lanza en paracaídas en campaña electoral."Aplausos para El Loco", animaba el jefe de Gobierno durante su reciente actuación como solista y bailarín de rock, junto al grupo paraguayo Los Iracundos, y 15.000 personas que reclamaron un tema más de los 13 del repertorio presidencial. "Dedico esta canción, Un loco que ama, a los pobres, a los de pelo largo, a los aniñados, a las pandillas, a las masas, al pueblo".
Pero, además de ofrecer casa y trabajo en sus canciones, y de entregar 280 dólares (36.000 pesetas) de su bolsillo y del de otros cinco ministros a 10 mendigos, Bucaram deberá edificar las 200.000 viviendas prometidas para el año 2000, y gobernar un país con una fuerte oposición política, casi todo por hacer, el 49% de su población quechua, el 40% mestiza y el 8,5% blanca.
La aplicación del ambicioso programa de cambios anunciado hace dos semanas por televisión exigirá de al menos 50 reformas constitucionales y legales para abrir paso a la privatización de las principales empresas del Estado, determinar concesiones y aumentar el pago, de impuestos, entre otros puntos.
En una nación con tantas necesidades insatisfechas, y tan alto grado de fatalismo, las demagógicas gansadas del gobernante, sus lapidarias declaraciones reciben más aplausos y risas condescendientes que desprecio. "La banca ya no podrá vivir de la especulación y la oligarquía tendrá que trabajar. Los políticos no saben y se oponen a todo", brama el también fundador de un partido. Y en tanto se trabaja, a trancas y barrancas, sobre las nuevas leyes, el Gabinete se pelea. El pasado martes, los ministros de Energía, Vivienda y Comercio Exterior e Industria presentaron su dimisión aunque con carácter revocable. Denunciaron interferencias de otras carteras y obstáculos a su trabajo. La primera dimisión, no aceptada, fue protagonizada el 8 de octubre por el ministro del Interior, y otro miembro del Consejo de Ministros fue acusado de acoso sexual a una secretaría
Excentricidades y bandazos
Temiendo que las excentricidades personales del presidente sean llevadas al programa de Gobierno, la oposición clama al cielo e imputa contradicciones y bandazos en la gestión de un político que confesó su verdadera vocación: haber triunfado como cantante, futbolista y poeta. Bucaram escucha mucho al anterior ministro de Economía argentino, Domingo Cavallo, asesor del Gobierno con una jugosa paga, cuyo pensamiento dista años luz del asilvestrado populismo exhibido por Bucaram. También temperamental, y a veces imprevisible en sus reacciones, Cavallo propuso la apertura a la inversión privada de los estratégicos sectores minero, energético y petrolero y del área de comunicaciones, así como incrementar el ahorro público forzando la recaudación y disminuyendo el gasto corriente.
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