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Los narcos sacan pecho

Los vecinos de Arousa temen que la rebaja de pena a Oubiña de alas a los traficantes

Xosé Hermida

"La gente de bien agacha la cabeza; ellos ya andan por ahí hinchando pecho". El funcionario policial destinado en la comarca de Arousa (Pontevedra) ni siquiera muestra indignación al rumiar la sentencia. En su discurso late más bien el descreimiento madurado tras muchos años de investigaciones que tantas veces se han quedado en nada. Y la certeza de que a partir de ahora no le va a faltar trabajo. "Porque el mensaje es claro: merece la pena arriesgarse en el negocio ilegal en vez de vivir como todo el mundo, pasándolas canutas para llegar a fin de mes", resume el policía.La vieja liturgia volvió a repetirse esta semana en las poblaciones de la ría de Arousa después de que el Tribunal Supremo decretase que legalmente Laureano Oubiña es, como mucho, un defraudador fiscal. Las llamadas de los periodistas, las encuestas callejeras, los cotilleos, los calificativos más altisonantes, las peticiones de endurecer la legislación, los comentarios socarrones y escépticos... todo con demasiado olor a rancio, a ya vivido y ya escuchado cientos de veces, conforme las espectaculares operaciones se han ido quedando en condenas leves, cuando no directamente irrisorias.

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Por eso a Carmen Durán, presidenta del grupo antidroga Desperta Cambados, la paraba la gente por la calle para decirle: ¡Qué valor y qué paciencia tenéis!".

Quien no se recató en sacar pecho fue Laureano Oubiña, aunque él asegure que no tiene nada de que alegrarse. Sólo unas horas después de que el Supremo le absolviese el pasado lunes del delito de blanqueo de dinero -receptación es la fórmula jurídica-, se presentó por la noche junto al abogado Francisco Velasco en la marisquería más famosa de Vilagarcía, la misma que frecuenta Julio Iglesias, amigo íntimo del restaurador.

Los empleados dicen que no se les vieron grandes alardes, aunque ambos prefiriesen sentarse en una mesa junto a la entrada en vez de pedir un reservado. "Fue una cena baratisima , asegura la propietaria del establecimiento. El menú, en todo caso, no desmereció la celebración: media docena de ostras, doscientos gramos de camarones, una ración de almejas y chuletón.

El defraudador fiscal se ha pasado casi toda la semana en Madrid preparando otra ofensiva con sus asesores legales. Oubiña, que recientemente ha cambiado de abogados porque desea a alguien que se dedique a su caso en cuerpo y alma, no está satisfecho todavía y quiere llegar al Tribunal Constitucional para anular la condena por delito a la Hacienda Pública, lo que le permitiría quedar más inmaculado que una monja mercedaria. Acaso a la próxima mariscada pública acuda ya del brazo de su esposa, la aguerrida Esther Lago, puesto que la sentencia del Supremo abre la puerta a su inminente excarcelación.

Tampoco es descartable un forcejeo ante los tribunales por el control de los viñedos y la suntuosa torre del pazo Baión, bajo administración judicial -Oubiña dice que no es de él sino de una empresa llamada Comercial Oula-. De momento, el único nubarrón en su espléndido horizonte es otro sumario abierto contra él en la Audiencia Nacional por alzamiento de bienes.

En el año y medio que lleva en libertad, Oubiña ya ha ejercido de probo ciudadano: vive en una casa de aspecto nada suntuoso en un barrio rural de Vilagarcía, conduce un todoterreno en el que cada mañana solía llevar a sus dos hijas al colegio y se la ha visto trabajando con un primo en un negocio de venta de drogas tan perfectamente legales como el vino y el aguardiente.

No es la puesta en libertad de los procesados por narcotráfico lo que más irrita a buena parte de los vecinos de Arousa. Lo que les calienta la sangre es constatar cómo muchos de ellos siguen disfrutando de sus mansiones con almenas de imitación medieval, de sus brillantes coches de importación y de su prepotencia sin límite. "Desde la Operación Nécora", comenta Carmen Durán, "se habían vuelto más discretos. A partir de ahora es muy probable que salgan del gueto y que se dediquen otra vez a ostentar en público". "Pero nosotros no vamos a bajar la guardia", promete con energía, "hay que seguir, seguir y seguir".

Sito Vázquez, ex-alcalde socialista de Vilanova de Arousa y el primer político que se enfrentó a cara descubierta a los clanes del tabaco y la droga, también se confiesa "un descreído". "Lo peor de todo esto", señala, "es que la gente acabe pensando que hay personajes intocables. Muchos que hace cuatro años ya se atrevían a hablar en público ahora vuelven a esconderse. Ver, callar y pasar...". Vázquez lleva tres lustros sosteniendo, como predicador en el desierto, que la pura represión policial nunca solucionará el problema y que la única alternativa es legalizar la droga. "En privado, muchos políticos me dan la razón", revela Vázquez, "pero luego son incapaces de decirlo en público porque eso resta votos. Las operaciones espectaculares no son al final más que pura propaganda de los gobiernos, de algún juez o de la misma policía".

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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