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'Capo' rico, camello pobre

Todavía hay clases, también en el narcotráfico. El capitalista no toca un gramo de droga y se paga los mejores abogados: lo tiene fácil para escurrir el bulto en los tribunales. Sobre el proletariado, es decir, sobre los camellos de a pie, recae el abrumador peso de la ley. Como a ese joven de Vigo, cuyo caso recuerda Carmen Avendaño, la portavoz del grupo antidroga Érguete, al que le han metido ocho años de cárcel por poseer cuatro pajitas rellenadas con cocaína.El convicto, según Avendaño, ni siquiera era conocido como traficante. Pero lo detuvieron en el bar en el que trabajaba y le acusaron de utilizar el establecimiento para vender droga entre los clientes. De eso hace cinco años. Escarmentado, el chico cambió de vida hasta que en octubre del año pasado la Audiencia Provincial de Pontevedra exigió la ejecución de la condena. Desde entonces, Érguete aún no ha conseguido que el Gobierno tenga un momento para ver su petición de indulto.

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Los narcos sacan pecho

El caso de José Angel F. G., también de Vigo, es el de tantos muchachos que incurrieron en la delincuencia para aplacar la insaciable sed de heroína. Por dos atracos cometidos en 1984 le cayeron 17 años de cárcel, tantos como él había vivido hasta entonces. En prisión tuvo un comportamiento muy conflictivo y llegó a ser declarado recluso de alta peligrosidad. Avendaño asegura que desde hace tres años no ha vuelto a emborronar su expediente carcelario, ha de jado la droga y está estudiando. Pero no ha disfrutado aún de un sólo permiso y únicamente puede salir una hora al patio bajo la custodia de algún funcionario. La portavoz de Érguete compara su situación con la del capo José Ramón Prado Bugallo, Sito Miñanco, condenado a 20 años y que desde hace algunas semanas ha accedido al tercer grado penitenciario, lo que le permite dormir fuera de prisión.

A pesar de los casos de Oubiña, Miñanco y otros, también es verdad que en otras ocasiones la ley ha sido dura con algunos capos del narcotráfico gallego, como José Luis Charlín Gama, condenado a 35 años, o su hermano Manuel, que lleva seis en prisión, con muy breves estancias en casa, sin una sentencia firme en su contra.

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