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Crítica:FOLCLOR
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El grito de fuego

Dos tambores de marco y dos instrumentos de cuerda, tres cojines y un par de micrófonos a ras de suelo sobre una alfombra. Ése era el aspecto del escenario el sábado por la noche. Los tres músicos de Azerbaiyán dejaron sus zapatos al borde del tapiz, se sentaron y, tras un minuto afinando el tar y el kamantché y templando la membrana del daf, comenzó la sesión. No hacía falta entender una palabra de azerí para saber que estaba sucediendo algo importante. Alim Qasimov, nacido en 1957, representa esa cultura musical que se extiende entre los mares Negro y Caspio, en los confines de Europa con Asia. El, timbre, la potencia, la intensidad dramática de su aguda voz convergen en la emoción. Una voz -algunos la consideran tan extraordinaria como las de Nusrat Fatéli, Alí Jan o Camarón-, que expresa sufrimiento, pasión, esperanza.Alim Qasimov causó tal impresión en París, en 1992, que desde entonces repite cada temporada. Juega con el daf, lenguaje gestual por medio de un tambor árabe, y le acompañan con maestría desde hace años los hermanos Mansurov al tar -un laúd- y el kamantché (una viola de mástil largo), característicos de la música erudita de los azerbaiyanos. Es el muqâm, género complejo que permite improvisar, que proviene de la refinada cultura de los antiguos persas, y que para los azeríes es el grito de fuego. A quienes se han apuntado al pasteleo de lo étnico se les debería caer la cara de vergüenza escuchando a alguien como Qasimov. Una voz difícil de olvidar.

Alim Qasiniov

Alim Qasimov (voz y daf), Malik Mansurov (tar) y Elshan Mansurov (kamantché). Sala Femando de Rojas del Círculo de Bellas Artes. Madrid, 14 de diciembre

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