A Ortega Lara

En la soledad de tu zulo, día a día, posiblemente te hagas preguntas sobre ETA y los etarras y no encuentres explicación a tu situación de aislamiento y tortura prolongada. Son preguntas sin respuesta, porque la sinrazón y el fanatismo no pueden tener explicaciones razonables. Querer entender a los etarras pienso que es una tarea inútil, son pistoleros a sueldo y siempre van a encontrar una razón para seguir matando; por eso pienso que la única esperanza es dirigirse a todos esos militantes 0 simpatizantes de HB, gente, supongo, que amará la vida y la libertad como cualquier persona y que en algún momento pienso que, en un acto de lucidez y de honradez política, pueden poner fin a esa locura colectiva que es el terrorismo etarra. Los caminos de la muerte no pueden ser la solución a ningún problema político de este país. Ni el terrorismo ni la guerra han sido nunca solución a ningún conflicto. La guerra civil española no hizo sino postergar 40 años los problemas de España. El pueblo vasco creo que ha caído en la trampa de los nacionalismos. El hombre que se asoma al siglo XXI es un ser que, como el universo, se expande en todos los sentidos. Hay que derribar fronteras en vez de ponerlas. Hay que sumar en vez de restar. Al ser vasco hay que sumar ser español, europeo y hombre del planeta Tierra. Yo, que he leído a Unamuno y Baroja, pero también a Lorca y a Rosalía de Castro, pienso que aquí no sobra nadie. Sumar culturas es lo que importa: Shakespeare, Víctor Hugo, Goethe, Picasso, Renoir, Chagal. Gozar con la fuerza de Beethoven o con la belleza de los nocturnos de Chopin es lo realmente importante. El famoso hecho diferencial vasco o catalán es una minucia al lado de los verdaderos problemas de este país, que son el paro, la delincuencia, la vivienda, la educación, la cultura, etcétera. Pasarse la vida mirando dentro de la boina vasca no va a llevar al pueblo vasco a ninguna parte, quizá sólo a perderse en la oscuridad de esa boina.Los etarras dejarán de matar cuando la totalidad de los vascos les vuelvan la espalda. Sólo entonces el pueblo vasco encontrará por el camino de la paz aquello que se proponga. Pero mientras ese día llega, el resto de los mortales nos conformaríamos con que, en un acto de piedad hacia una víctima inocente, devolvieran a la libertad y a la vida a José Antonio Ortega Lara.-