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Un trotamundos de origen vasco

Richardson es el político latino con mas futuro en Washington

Grueso, de buena papada, parlanchín, simpático e infatigable, Bill Richardson es el político hispano de EE UU con un futuro más prometedor. Hijo de anglosajón y mexicana, nieto de vascos españoles por parte materna, Richardson, que habla igual de bien inglés y castellano, nació en California hace 49 años, se crió en la ciudad de México y se doctoró en relaciones internacionales en la Universidad Tufts, de Boston. En los últimos años, el nuevo embajador de EE UU ante la ONU no ha sido tan sólo ese popular representante de Nuevo México que llegaba al Capitolio conduciendo su pequeño Jeep rojo, sino también el hombre que ha rescatado a varios norteamericanos detenidos en países dictatoriales.Actuando como francotirador, aunque con la aprobación de la Casa Blanca y el Departamento de Estado, Richardson viajó a Corea del Norte en dos ocasiones -diciembre de 1994 y noviembre de este año-, y en ambas regresó a EE UU con compatriotas allí detenidos bajo la acusación de espionaje. En julio de 1995 fue a Bagdad y le arrancó a Sadam Husein lo que no habían conseguido Jesse Jackson y Jimmy Carter: la liberación de dos norteamericanos que habían entrado ilegalmente en Irak. El domingo obtuvo la liberación de tres empleados de la Cruz Roja capturados en Sudán.

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Amigo personal de Clinton, militante demócrata de toda la vida y tan defensor de la extensión universal de los derechos humanos como del respeto a las peculiaridades culturales, Richardson viajó a Birmania en febrero de 1994 e influyó en la liberación de la Nobel de la Paz San Suu Kyi. En 1994 fue uno de los emisarios no oficiales que negociaron en Haití la rendición del general rebelde Raoul Cendras. Los viajes a Cuba de este fumador de cigarros puros han sido frecuentes. Todo eso le ha valido el apodo de Clark Kent del Capitolio, aunque, bromeando, él dice preferir el de 007.

Richardson ha empleado su condición de latino para ganarse la simpatía de aquellos con los que ha negociado. Al enterarse de que el rebelde sudanés Kerubino tiene varias esposas pese a ser católico, Richardson le dijo que él también es católico, pero que no entendía cómo se puede ser polígamo dentro de esa religión. "En Africa", le contestó riendo el sudanés -el hielo se había roto-, "tenemos diferentes criterios". Con Sadam Husein tuvo un problema cuando cruzó las piernas y le enseñó la suela del zapato, una descortesía en la cultura árabe que provocó que Sadam abandonara de inmediato la reunión. Pero en el si guiente encuentro, Richardson se las apañó para cogerle del brazo, lo que provocó un movimiento de alerta de los guardaespaldas de Sadam, que éste acogió con una sonrisa. Así se restableció el contacto. El pasado noviembre, Richardson fue uno de los más activos miembros de la delegación norteamericana que participó en Toledo en el II Foro España-EE UU, promovido por los embajadores Richard Gardner y Antonio de Oyarzábal. Allí reiteró su viejo deseo de una mayor presencia en EE UU de España, un país que, a diferencia de otros europeos, puede contar con la base que otorgan los aproximadamente 27 millones de hispanos o latinos.

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