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David Trueba dice que procura no mutar a los maestros del cine

'La buena vida', su primera película como director, se estrena el 12 de enero

Amelia Castilla

Su hermano, el director de cine Fernando Trueba, le dio un solo consejo: "Tú elige bien a los actores, porque luego no los puedes cambiar". Y se lo tomó en serio. Durante meses, David Trueba, de 27 años, buscó al protagonista de La buena vida, su primera película como director, que se estrena el 12 de enero. Tras realizar muchos castings en institutos de media España, el actor principal llegó fruto del azar y del trabajo. El encuentro resultó un flechazo y Fernando Ramallo, el adolescente de 15 años que debuta en esta película, quiere ahora ser actor.

La buena vida no es una comedia ligera. El primer sorprendido con el resultado de la película es el propio director, que, aunque haya hecho la historia que llevaba dentro y que le apetecía contar, nunca pensó que acabaría rodando una película "de las que hacen soltar la lágrima". Tristán, el adolescente protagonista del filme, se enfrenta mucho más con la muerte que con el amor. "En cierta medida es una película autobiográfica, porque Tristán piensa y se comporta como yo cuando tenía su edad", dice el director, que eligió como escenario el barrio madrileño de Tetuán, donde pasó su infancia.Trueba eligió expresamente gente que no hubiera salido en ninguna película para los principales papeles. Como Ramallo, Lucía Jiménez, cantante de rock segoviana, también consiguió el puesto de refilón; la que se presentaba al casting era su hermana mayor, que ahí descubrió que el papel debía ser para Lucía.

Junto a los dos protagonistas, que debutan en el cine con este filme, el cartel de La buena vida lo completan el actor de revista Luis Cuenca y un puñado de intérpretes sacados del teatro catalán, como Joel Joan, Vicky Peña o Jordi Bosch. La sorpresa de La buena vida es la recuperación para el cine del cantante Robert Jeantal en el papel de director de colegio.

Ayer, durante la presentación a la prensa de la película, de la que es guionista el propio Trueba, todos parecían una familia bien avenida. Las palabras del director eran totalmente apoyadas por los protagonistas. Luis Cuenca apuntó que veía su personaje un poco "senequista" y que ha pasado de ser un actor cómico a interpretar un personaje metafísico. Trueba dijo que Cuenca le había echado el mejor piropo que ha recibido en estos meses: "Nunca lee los guiones, sólo mira su parte y, esta vez, se la ha leído entera". También se mostró encantado, desde que leyó el guión, Fernando Ramallo, quien asegura que lo que más le une con el protagonista es "el fondo de tristeza" que marca su carácter y que no había tenido problemas para representar a Tristán.

Tampoco parece que se sienta perseguido este joven director por el morbo del parentesco. Entre el público se encontraban su hermano Fernando Trueba, que es coproductor de la película junto con su esposa, Cristina Huete, y su amigo, el director Emilio Martínez Lázaro: "Para mí fue un orgullo que Fernando quisiera producir la película cuando leyó el guión", dijo David, quien despejó toda duda sobre posibles parecidos con las películas de su hermano mayor: "¡Ojalá!"

"Debes tener en cuenta a los genios, a los maestros, pero no intentes parecerte a ellos, porque pereces", aclaró David ante los posibles parecidos con Los 400 golpes o El guardián entre el centeno. Su hermano Fernando, sin embargo, no pudo evitar lanzar un bufido cuando alguien le preguntó al más pequeño de los Trueba por las similitudes de La buena vida con ópera prima. Para el director de Belle époque, la película de su hermano es "simplemente una buena película, aunque tenga fallos".

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