Cinco guardias civiles de Intxaurrondo se niegan a declarar ante el juez Garzón en el 'caso Oñederra'
Los guardias civiles Lorenzo Bárez, Fidel del Hoyo Cepeda, Alejandro Iglesias Blanco y Manuel Davó Soler, así como Gumersindo Hernández -conductor del general Enrique Rodríguez Galindo-, destinados todos ellos en el cuartel de Intxaurrondo (San Sebastián) en los años de la guerra sucia contra ETA, se negaron ayer a declarar ante el juez Baltasar Garzón, que les había citado como testigos en el caso Oñederra. Este sumario investiga los asesinatos de Ramón Oñederra, en 1983, y Vicente Perurena, Ángel Gurmindo y Christian Olaskoaga, en 1984.A pesar de haber sido citados como testigos, los cinco agentes -al igual que los otros 16 miembros del servicio de información de Intxaurrondo que también han sido convocados- fueron advertidos de la conveniencia de acudir con abogado defensor ante la eventualidad de que les pudieran cambiar la condición de testigo a imputado. Y eso fue exactamente lo que ocurrió.
Sin medidas cautelares
Tras saberse imputados, los cinco guardias civiles se acogieron a su derecho de no declarar. Pese a la negativa de los agentes, Garzón no adoptó medidas cautelares de ningún tipo contra ellos. Tampoco se celebraron careos con el testigo protegido José María Velázquez Soriano, que el pasado marzo detalló a Garzón la intervención de algunos de los agentes de Intxaurrondo en varios hechos delictivos.El juez investiga cuatro de los primeros asesinatos de los GAL en el sumario Oñederra, pero los guardias fueron interrogados concretamente sobre el atentado cometido por ese grupo terrorista el 18 de noviembre de 1984 en la localidad francesa de Biriatou. En ese atentado resultó muerto el ciudadano francés Christian Olaskoaga y gravemente herido su hermano Claude.
Los ex guardias de Intxaurrondo Enrique Dorado y Felipe Bayo -procesados y en prisión como autores materiales del secuestro, torturas y asesinato de los presuntos etarras José Antonio Lasa y José Ignacio Zabala- son los principales sospechosos de este atentado. Así lo declaró el testigo protegido Velázquez Soriano en marzo, quien también señaló que los dos hermanos fueron tiroteados desde una motocicleta BMW de gran cilindrada. La moto era presuntamente propiedad del hermano de Dorado, que también estaba destinado en esas fechas en el cuartel de Intxaurrondo. En el atentado, según varios medios informativos, Dorado y Bayo perdieron una pistola y una lenteja (un pequeño auricular utilizado para comunicarse entre ellos).
Para hoy está prevista la comparecencia de otros cuatro guardias civiles que estuvieron destinados en el servicio de información de la 513ª comandancia (Guipúzcoa), entre ellos Fabián Dorado Villalobos, hermano de Enrique, que dirigía uno de los grupos antiterroristas de Intxaurrondo.
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