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Soledad Sevilla sostiene que los pintores se pasan la vida "pintando el mismo cuadro"

La artista valenciana recopila en un libro sus quince años de instalaciones

La pintora Soledad Sevilla (Valencia, 1944) acaba de presentar un libro editado por la Diputación de Granada que reúne su trayectoria de más de 15 años de gestación de instalaciones, verdaderos trabajos paralelos y complementarios a su carrera de pintora. La artista no separa un género del otro y reconoce que la instalación en el castillo Vélez-Blanco en 1992 representó elpunto más alto y conseguido de sus meditadas aventuras tridimensionales. Según la propia artista, el libro ha tenido un largo y cuidado proceso de edición que roza los cuatro años.

En un acto presidido por José Guirau, director de Museo Nacional Reina Sofía y con la intervención de la novelista Cristina Mayoral, se presentó hace unos días el libro Instalaciones, profusamente ilustrado, con un escrito de Mayoral y una selección de textos de la propia pintora, Santiago Olmo y Carlos Colón.Como tema principal de la obra en la que recopila sus quince años de instalaciones, la artista especula sobre la bidimensionalidad y el traslado de la inspiración al espacio tridimensional: "La obra que dio pie a mi primera instalación estuvo concebida antes en papel, ideada como una reunión de todos los elementos geométricos que habían ido apareciendo en el trabajo. Mi pretensión era ver el proceso natural que había seguido todo eso, reconstruirlo y ponerlo en pie todo junto. Lo llevé al espacio abierto en Boston por la razón concreta de vivir en un espacio muy pequeño donde no podía desplegar los rollos y así salí al campo a mirarlos".

Investigación retroactiva

A todo ello, Soledad Sevilla da una mirada retrospectiva desde su que hacer actual: "En la obra queda todo ese trabajo de investigación retroactiva, porque ese trabajo es una mirada atrás para ir sacando los elementos y analizándolos desde los primeros a los últimos. No era volver atrás en la práctica, sino en la memoria. Yo entonces no pensaba en una instalación, lo que sí sabía es que quería sacar la obra del plano o del cuadro, a las tres dimensiones, al techo, a las paredes, al suelo, no era la idea precisa de la instalación, sino abandonar la bidimensionalidad".

Durante una época, Soledad Sevilla investigó desde el Centro de Cálculo de la Universidad de Madrid: "De la época del Centro de Cálculo no queda formalmente nada en mi obra, pero yo es que tengo la teoría de que los pintores nos pasamos toda la vida pintando el mismo cuadro. Lo que yo trato de representar en mi obra actual no tiene nada que ver con los módulos de aquellos tiempos, pero finalmente la atmósfera, lo que tú necesitas que ese cuadro esté contando, es lo mismo". Y éste es el argumento principal de la constancia vertical con su trabajo: "Eso se veía en la exposición del Palacio de Velázquez. Había obra de los años setenta que se montó junto a la instalación de los pájaros y en el fondo era como una continuación, como un todo de lo mismo". Tras esta experiencia, la pintora concilia sus etapas: "Mis primeras obras no las rechazo en lo absoluto y las veo como parte de un todo. Al contrario. Como ahora todo eso se desempolvó para la exposición del Velázquez. Había cuadros que no los había visto desde hace treinta y pico años. Me dio mucha alegría reencontrarlos y ver cómo se mantienen".

Haciendo gala a su nombre, la artista tiene claro que navega en soledad: "Siempre he sido consciente de que yo andaba por unos derroteros que no eran los imperantes. Nunca mi trabajo se integraba en el de la mayoría, y eso se veía en las colectivas, donde mis piezas quedaban de manera rarísima, aunque nunca me he sentido maltratada, porque éste es un trabajo duro para todos y lo que realmente vale, lo único realmente importante, es lo bien que te lo pases en el estudio, y eso a mí nunca me ha fallado; allí siempre he tenido esa alegría de entrar por la mañana a trabajar".

La instalación invita a una reflexión de otro orden: "Las instalaciones pueden y son los cuadros en tres dimensiones, todo eso de los hilos en el espacio. En la del Palacio de Velázquez pinté los hilos con trazos negros y no era nada mecánico: cada hilo me hacía echarme hacia atrás y observar". Un trabajo de minuciosidad: una línea que requiere tiempo: "Soy muy lenta. Me da mucho trabajo dar una obra por terminada. En mis obras hay muchas cosas acumuladas, las dejo y las vuelvo a retomar y hasta las borro por completo". Y así resume su poética: "Más que lectora de poesía, creo que soy detectora de poesía. La poesía no solamente está en los libros. Soy sensible a esa poesía que hay por la vida".

Soledad Sevilla rechaza lo escenográfico en la instalación: "En algunas que podían tener datos escenográficos, me preocupaba enormemente que aquello fuera teatral; quiero quedarme en un paso anterior, más místico y recogido y no quiero esa cosa espectacular".

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