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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

En el borde del abismo

En mayo de 1981, un suceso que tenía en vilo a la opinión pública desde dos meses antes, la huelga de hambre que mantenían varios presos políticos del IRA irlandés en el penal de Maze por el reconocimiento de su dignidad, se precipitó directamente en el abismo de la sinrazón con la muerte de Bobby Sands, el primero de los 10 huelguistas que habrían de morir antes de que finalizase aquella tragedia. La tragedia de Maze nos es devuelta ahora por una película tan inteligente como efectiva, que navega por aguas turbulentas sin perder el rumbo.Al igual que ocurría con En el nombre del padre, exitoso filme del binomio Terry George-Jim Sheridan, que aquí intercambian responsabilidades -George debuta en la dirección, mientras Sheridan es coguionista y productor-, también En el nombre del hijo parte de un hecho de crónica para narrar el entorno en que éste se produce, la vida de personas anónimas a las que la tragedia, con su lógica implacable, coloca en el borde del abismo. Y lo hace desde un punto de vista muy productivo, el de la madre de uno de los huelguistas, Gerald Quigley, que nada. sabe de las andanzas clandestinas de su hijo y que además rechaza de plano, y siempre, toda forma de violencia. La mirada de esta. mujer, a la que la espléndida Helen Mirren presta todo su maduro talento, es la mirada dominante en la película, e incluso, la que vehícula el discurso crítico de los autores.

En el nombre del hijo

Director: Terry George. Guión: T. George y Jim Sheridan. Fotografía: Geoffrey Simpson. Música: Bill Whelau. Producción: J. Sheridan y Arthur Lappin, Gran Bretaña, 1995. Intérpretes: Helen Mirren, Fionnula Flanagan, Aidan Gillen, David O'Hara, John Lynch. Estreno en Madrid: cines Proyecciones, Acteón y Aluche.

Tensión e interés

Hay dos elementos fundamentales que explican el por qué la película, a pesar de su resolución ya sabida, mantiene siempre la tensión y el interés: uno, un guión primorosamente escrito, al que una puesta en escena sin personalidad, gris y poco imaginativa no basta para desbaratar. Y dos, los elementos trágicos que la situación proyecta: el amor maternal, la altiva cerrazón del poder, la fuerza simbólica de la Iglesia y la lógica en el fondo crítica del sacrificio que los presos, a pesar de su izquierdismo, todos ellos católicos, aceptan llevar hasta sus últimas consecuencias; un martirologio, en suma, sobre el cual la película no insta a su espectador a posicionarse, pero que se desprende sin dificultades de su entramado.

Retrato de un momento histórico ejemplarmente efectivo, discurso inteligente sobre un fenómeno que por sus componentes afectivos fácilmente permite caer en tópicos, soflamas y consignas, En el nombre del hijo es igualmente un propuesta útil, por la vía del ejemplo, de lo que podría ser una tendencia crítica y reflexiva en el cine europeo sobre la violencia. ¿Hay alguien que recoja desde aquí este guante?

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