Sitio y oficio de El Tato
El sitio y el oficio de El Tato y la entrega de un empeñoso Rafael Ortega ante el poder de los enrazados toros de La Soledad contrastaron con la mediocridad de Fermín Armillita.El Tato saludó de hinojos con espectacular larga cambiada al cuajado y bravo astado de su confirmación para proseguir con aseados lances. Con la pañosa se acopló con gusto al suave viaje del emotivo y noble burel sólo en las últimas cuatro series de redondos, iniciados con dosantinas y molinetes que abrochó con trincherazos y forzados de pecho. Corrió la mano con temple a un ejemplar que además de humillar tenía un largo recorrido. Por el lado izquierdo no pudo con la pujanza de su enemigo y, aunque perdió el trofeo por no acertar con el acero, dejó a la afición con un buen sabor de boca.
Soledad/ Armillita, Ortega, Tato
Cinco toros de La Soledad, serios, con casta y vigor, excepto 5º; 6º de Santa Fe del Campo, impresentable y manso.Fermín Armillita: estocada desprendida tendida (abucheos); estocada desprendida (pitos). Rafael Ortega: estocada tendida (oreja); dos pinchazos, media -aviso- y cinco descabellos (silencio). El Tato, que confirmó la alternativa: pinchazo, estocada corta y descabello (ovación y salida al tercio); estocada (oreja). Monumental Plaza México, 17 de noviembre. Media entrada.
El buey que cerró el festejo brincó dos veces al callejón, y en la segunda ocasión provocó el pánico entre los espectadores al poner la cabeza en los cables de protección de la barrera y los belfos en la mano de una aficionada. Tras brindar al alcalde de Madrid, José María Álvarez del Manzano, El Tato terminó metiendo en la muleta al bobo morlaco y jugó con él. A base de aguante le endilgó emotivos pases por ambos lados.
La extraordinaria bravura del segundo fue desaprovechada por Armillita, que lo recibió zapatilleando y retirado del bovino. Con la sarga se le vio medroso. En el cuarto, que tenía recorrido pero no humillaba, el espada hidrocálido dio chicotazos y trapazos a diestro y siniestro.
Rafael Ortega, con valor y maestría lidió al difícil tercero, que propinó un porrazo de órdago al picador Víctor Manuel Ortega. Por lo suelto de la res, la labor del matador fue por todo el redondel, pero terminó imponiéndose al animal hasta llevarlo a los medios, donde ejecutó una artística faena. Toreó erguido y con señorío en dos tandas por el derecho, que concluyó con vistosos adornos. Cuando se entregó a la hora de la verdad fue prendido, y recibió un rayón de 25 centímetros en la pierna y un pisotón en el pie derecho.
Al acobardado quinto el coletudo tlaxcalteca sólo pudo pegarle algunos pases por la cara, pues el bicho no permitía más.
Babelia
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