Historias de desquites y venganzas, eje de un giro en la estrategia fabuladora de Hollywood
'El club de primeras esposas', 'Ransom' y 'Sleepers' llegan a ensalzar la revancha personal
Con tediosa regularidad, la prensa de EE UU especializada en el negocio del cine habla de modas pasajeras cuando los estudios lanzan un par de películas de parecida inspiración. Este año se habló de la riada de películas basadas en novelas de Jane Austen y ahora llegan las nuevas adaptaciones de obras de William Shakespeare -ahora mismo tenemos como adelanto en cartelera el sorprendente y no fácil de catalogar experimento de Al Pacino titulado Looking for Richard- y Henry James, por no hablar de la oleada de filmes de ciencia ficción y de efectos especiales, que sigue su curso, pero con indicios de estar a la baja. Sin embargo, es sorprendente que el Valor más recurrente y rentable se oriente hacia argumentos de venganza personal y de desprecio hacia la justicia, en los que el público norteamericano parece encontrar profundos ecos emocionales.
Sin necesidad de remitirse a algunas de las películas realizadas o protagonizadas por Sylvester Stallone y Clint Eastwood, u otras procedentes de la era de Reagan, actualmente hay en la cartelera de Estados Unidos un puñado de títulos en los que la venganza no es -como era habitual en el cine tradicional de Hollywood- simplemente una excusa para desatar un relato de acción, sino que se ha convertido en un ingrediente fundamental de la ficción y se introduce en ella de modo que se convierte en un resorte del comportamiento humano perfectamente válido.Dos años después de Pulp Fiction, una zarzuela sangrienta sobre distintos tipos de venganza, el terreno está ahora perfectamente abonado. Tiempo de matar, la adaptación de un libro de John Grisham que se estrenó este verano, defiende la represalia mortal que emprende el padre de una niña violada, disparando sobre los asaltantes antes de que éstos vayan a juicio.
El filme Sleepers, recientemente presentado en Europa en el marco de la Mostra de Venecia, ha sido un gran éxito en las taquillas estadounidenses durante las pasadas semanas y se desarrolla alrededor de un grupo de niños que son vejados sexualmente por un guardia en el reformatorio a que les conduce su conducta delictiva.
Años después, dos de estos niños vejados matan a tiros al guardia que abusó sexualmente de ellos. En el juicio posterior por asesinato que se sigue contra ellos, otro de los amigos de infancia, que mientras tanto ha encarrilado su vida en la normalidad social y se ha convertido en fiscal, pierde el caso intencionadamente para poder rematarlo personalmente, al margen de la administración de justicia, dando prioridad sobre el cumplimiento de la ley a una venganza que se describe como el mayor acto de heroísmo.
Cosquillas al bajo instinto
"Desde finales de los años setenta, los diseñadores de la oferta de Hollywood están cosquilleando los instintos de venganza del público de manera cada vez más vulgar y peligrosa", afirma Mark Crispin, profesor de la Universidad John Hopkins y autor de dos libros sobre la cultura popular americana, uno relativo al cine y otro centrado en la televisión. "Antes el cine ofrecía retratos ambiguos porque los personajes que buscaban una venganza eran individuos problemáticos e incluso suicidas. Pero ahora sólo se calienta a la gente para que explote, creando una atmósfera de desenfreno".El título más recaudador y publicitado durante lo que va de este mes en EE UU es Ransom, una película en la que el actor y director australiano Mel Gibson se salta a la torera nada menos que al FBI, cuando ve que esta agencia de investigación federal carece de iniciativas para poner fin al secuestro de su hijo y se toma la justicia por su mano. No obstante, en Ransom se disimula o compensa un poco la venganza final en una escena en la que el secuestrador muere bajo las balas que simultáneamente dirigen hacia él el personaje interpretado por Gibson y un agente federal.
Como observa Crispin, un dato fundamental de este tipo de cine es que "envilece las estructuras de prevención del vandalismo". Es decir, que si el Gobierno de Estados Unidos es malo y la policía es todavía peor, "se crea una atmósfera de justificación de la acción personal, en la que parece que no hay nada malo, inmoral o ilegítimo en cuanto actitud".
El comentarista de cine y televisión Robert Thompson añade que el factor de ilegalidad "hace que lo que se describe en estas películas sea aún más atractivo de representar en la vida real". El principio del ojo por ojo dio título el año pasado a una sangrienta película de venganza protagonizada por Sally Field, una actriz de imagen pulcra e inocente.
Acaba de estrenarse también en EE UU Set it off, una película en la que cuatro amigas, cansadas de su empleo, matan a su jefe y se dedican a asaltar bancos. Las protagonistas son todas mujeres negras, igual que en otra reciente fantasía vengativa: Waiting to exhale. Según Crispin, "la excusa feminista también sirve para introducir este mecanismo en películas como Thelma y Louise y El club de las primeras esposas".
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