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De cómo convertirse en abogado después de la jubilación

Un ex bancario se licencia en Derecho con 75 años

Ya tenía vocación por la abogacía desde jovencito, pero las circunstancias jugaron en su contra y, tras varios intentos, no pudo hacer realidad su sueño de cursar la carrera de Derecho. Porque a Pedro Gato García no le bastaba con empaparse en su casa de los innumerables libros que pueblan la biblioteca del estudio que se ha habilitado, una estancia de unos 25 metros cuadrados en la que ahora destacan en primera fila los manuales jurídicos. "Estudiar uno por sí mismo está bien, se puede adquirir la misma cultura, pero ir a la Universidad es algo que no tiene precio, se adquiere un título a base de escuchar lecciones impartidas por catedráticos, que llegan hasta donde los libros no llegan".Al acabar la carrera le ha faltado tiempo para colegiarse como abogado y, tras un bien merecido periodo de descanso, espera poder llevar en seguida algún juicio y empezar "una nueva etapa" de su vida. Aunque confiesa que ya ha ejercido un poco "por echar una mano a algún amigo".

Tenía 16 años cuando aprobó las oposiciones al cuerpo de Correos. Después opositó al Banco Exterior de España y llegó a ser director de sucursal tras trabajar en París. Se jubiló hace poco más de diez años.

Aterrizó en las aulas de la pobladísima facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid hace cinco años, mirando a esta institución con admiración. "Me sentaba en esas sillas que tienen un solo brazo, abría mis sentidos de par en par -como hacía en el banco- y cada clase era para mí un discurso", relata con pasión. "He ido a clase todos los días y mis gripes, que antes las pasaba encerrado en el banco, las he pasado en la facultad".

No encuentra calificativos suficientes para resaltar la excelente impresión que le ha causado el mundo universitarío. Se adentró en él junto a sus dos hijos. "El mayor estudiaba 5º de Ingeniería de Caminos y la pequeña empezó Farmacia a la vez que yo. He vivido el ambiente universitario en las aulas y en casa [su mujer es también licenciada en Farmacia] y mis hijos se echaban las manos a la cabeza cuando comprobaron que iba aprobando todo año por año".

"Mire, si de algo entiendo es de lo que da de sí el dinero y le puedo decir que la Universidad no tiene dinero, no está dotada. No comprendo cómo pagando 10.000 duros de matrícula nos dan cinco clases formidables cada día". Este licenciado está encantado con el trabajo que ha visto hacer a sus profesores y lo valora. "Es gente que trata de enseñarnos y se esmera, que disfruta con ello, que se queda diez o quince minutos más para resolvernos dudas, que no sale corriendo nada más dar la hora, como muchos otros trabajadores".

Pedro Gato mira ahora con nostalgia las puertas de entrada de la facultad (de la que las pintadas es lo único que le desagrada). "Hace unos días me paré delante de esas puertas y se me puso un nudo en la garganta. He pasado una época inolvidable al lado de los profesores, condiscípulos e incluso del decano, José Iturmendi, que hace mucho por ese centro. Ha sido una etapa que, junto al apoyo constante de mi mujer, ha puesto el broche de oro de mi vida".

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