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La esposa de un taxista oyó por un móvil cómo su cuñado mataba a su marido

"Eran las nueve y media de la mañana del domingo cuando sonó el teléfono. Pregunté: '¿Diga?', pero no era él. Por el auricular sólo reconocí la voz de mi cuñado que repetía: 'Te voy a matar, te voy a matar'. A continuación llamé a la Guardia Civil. Un rato después lo encontraron muerto". El cadáver de José Fernández Bayo estaba tirado en el suelo cerca de una finca de su propiedad, en un paraje llamado Llano de Córdoba, en el término municipal de Ugíjar (Granada). Junto a él los agentes encontraron el teléfono móvil con el que intentó llamar a su mujer segundos antes de caer abatido por cuatro disparos. Pero todo fue demasiado rápido. Su hermano Gabriel, el presunto asesino, sólo le concedió tiempo para marcar el teléfono de su casa."Siempre llevaba un teléfono encima", explicó a El PAÍS con voz firme su mujer, Ana María Moreno, de 44 años. "Disponía de dos. Uno lo utilizaba para su trabajo en el taxi, y el otro para él. El domingo se fue temprano a trabajar al campo; iba a ver los almendros". Ana María llamó, a la Guardia Civil impulsada por una sospecha, porque en realidad, salvo la amenaza del cuñado, no escuchó otra cosa por el auricular. "No me habló nada. Tampoco oí los disparos", explica.-

Quizá el asesinato se produjo en el intervalo que va desde que marcó el número de su casa hasta que José Fernández obtuvo la comunicación por su teléfono sin hilos. Su cuerpo presentaba cuatro impactos de bala, uno de ellos, posiblemente el mortal, en el cráneo.

Pelea por las lindes

La finca de José Fernández, de 50 años, está situada linealmente junto a la de su hermano Gabriel, de 61. Una disputa sobre los lindes entre ambas tierras acabó con la muerte de José. La Guardia Civil buscó ayer infructuosamente a Gabriel por los alrededores de Ugíjar y por los pueblos vecinos.

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José es uno de los dos taxistas de Ugíjar, una, de las cabeceras de la comarca de la Alpujarra. El teléfono de su casa se anuncia en la guía como Taxis Parrilla. Las relaciones entre los dos hermanos fueron siempre normales, según el testimonio de su esposa, hasta el pasado mes de mayo, en que surgió la discusión sobre los linderos de sus fincas. Sin embargo, la diferencia sobre los límites de las propiedades nunca pareció tan odiosa como para originar un crimen.

"Lo ha hecho por venganza... No sé. Quizá lo tenía metido en la cabeza y el domingo encontró la oportunidad", refiere Ana María, que ayer tarde aguardaba, con una extraña entereza, en su casa de Ugíjar la llegada del cadáver desde Motril, donde le fue practicada la autopsia por orden del juzgado de Orgiva. "Yo me llevaba bien con Gabriel. Ahora me ha dejado desangrada, sin nada", explica. El matrimonio tenía tres hijos; el mayor había cumplido once años y el menor dieciséis

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