Meteorología
Todo el mundo está de acuerdo en que el Gobierno ha sido sustituido por un conjunto de fenómenos atmosféricos. La crónica política se ha convertido, como la información sobre el tiempo, en un espacio donde se habla de las iniciativas impredecibles de Aznar con la resignación con la que se mencionan las isobaras o, los anticiclones. Dentro de esta descripción objetiva del comportamiento de las nubes, no deja de sorprender el empeño de Pujol por hacerse, lo mismo que los vascos, con los impuestos especiales del tabaco, el alcohol y los carburantes. Lo único seguro, pues, dentro de la inestabilidad, es que vamos a seguir fumando, bebiendo y yendo a cien por hora, lo que vale una pasta.Abominan de nuestros cánceres de pulmón, de nuestras cirrosis, de la cerveza de los adolescentes. Hacen campañas terroríficas para, mostrar cómo las motos destrozan a las familias, pero al mismo tiempo reclaman sin ningún pudor y en voz alta la plusvalía arrojada por los tumores y las cabezas rotas. Los ciudadanos bebemos, pero ellos comercializan nuestro delirium tremens. Hay algo profundamente anormal en todo esto. Una nacionalidad como Dios manda no puede basar su economía en los desgarrones hepáticos o pulmonares de sus contribuyentes. ¿Por qué no solicitan recaudar los impuestos producidos por actividades más nobles que beber, fumar o ir en moto, que tanto critican?
Quizá porque ya nadie es dueño de sus actos desde que en La Moncloa, en lugar de un Gobierno, se instalara un clima. El tiempo es un sistema complejo en el que una sola variante puede dar al traste con un pronóstico. Aquí lo único que no falla es la copa y el puro: lo normal cuando se celebra un nacimiento, incluso el nacimiento de una nación. Vivan las motos y la meteorología.
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