Yeltsin decreta que el amversario de la el Revolución sea Fiesta de la Concordia
Haciendo de la necesidad virtud, el presidente de Rusia, Borís Yeltsin, legitimó ayer la fiesta de la revolución bolchevique y rebautizó esta jornada, cuyo 79' aniversario celebraron ayer manifestaciones en todo el país, como fiesta de la Concordia y la Reconciliación. Desde la unidad de cuidados intensivos donde, según el doctor Renat Akchurin, que le operó el martes, se restablece con más rapidez de lo normal, Yeltsin recuperó, por decreto, las fiestas que los rusos han seguido celebrando tras el derrumbe de la Unión Soviética en 1991 y declaró el año 1997 como "año del Acuerdo y la Reconciliación".
El presidente, que ayer desayunó sin ayuda y dió unos pasos alrededor de su cama, decidió también dirigir una comisión especial que organizará un concurso para construir un monumento a la memoria de las -víctimas de la revolución, la guerra civil y la represión política" y preparará propuestas para reglamentar el uso de estatuas y retratos en los lugares estatales. Hoy, todavía es frecuente en Rusia encontrar bustos e imágenes de Lenin en lugares públicos.El decreto de Yeltsin está en la misma longitud de onda que su decisión anterior de permitir el uso de banderas rojas soviéticas en las festividades oficiales. Durante los últimos cinco años, las fiestas de la Revolución de Octubre han sido una especie de limbo que oficialmente no era fiesta, sino día no laborable y que, resultaba muy incómodo para la Administración. Una encuesta realizada por la agencia Interfax en vísperas de la efémérides indicaba que el 46% de los rusos cree que la revolución tuvo un papel positivo, y el 33% piensa lo contrario.
Los comunistas de distintos partidos, encabezados por representantes del Partido Comunista de la Federación Rusa, reunieron unas treinta mil personas en Moscú. El Ministerio del Interior dio la cifra de 22.000 participantes en el caso de la capital rusa e informó que más de 190.000 habían participado en mítines y manifestaciones realizadas en un total de 58 regiones.
Frente al teatro Bolshoi, y junto a la estatua de Karl Marx, el líder del Partido Comunista, Guennadi Ziugánov, acusó al Kremlin de no ser capaz de mantener unido el país. Señaló también que la operación quirúrgica. del presidente había sido transformada en un espectáculo y calificó el interinato presidencial del jefe del Gobierno, Víktor Chernomirdin, como "una comedia ante toda la sociedad". Desde el podium sonaron críticas al jefe del Gabinete presidencial, Anatoli Chubáis, y los manifestantes aplaudieron especialmente a un granjero por cuenta propia, que aseguró haber contado a Yeltsin los problemas que tenía el grupo social que representaba, considerado como uno de los pilares de la reforma económica. "¿No me diga? Le mandaré una comisión", fue la respuesta que, según el granjero, le dio Yeltsin.
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