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La rehabilitación del centro sólo afectará a la mitad de las casas que lo necesitan

Antonio Jiménez Barca

Hace 15 días, los bomberos tuvieron que acudir a un inmueble de la calle Mayor porque los cascotes que se desprendían de a fachada ponían en peligro las cabezas de los viandantes. En enero comenzará a solucionarse el asunto: el Estado, la Comunidad y el Ayuntamiento se unieron ayer para aportar dinero a fin de que las viviendas de las zonas de Mayor y Fuencarral, en el distrito Centro, no terminen cayéndose de puro abandono. Pero como los particulares corren con la mitad de los gastos, las previsiones apuntan a que sólo el 47% de los inmuebles necesitados se arreglará.

El área incluida dentro del plan agrupa tanto las calles de Mayor y Fuencarral como sus adyacentes. La Empresa Municipal de la Vivienda, (EMV), encargada de gestionar el dinero, precisa en un informe en qué se basa para prever que menos del 50% de las viviendas podrán ser rehabilitadas: es muy elevado el número de ancianos con pocos recursos que viven en esta zona.Además, muchas de las viviendas que necesitan un arreglo son propiedad de una única persona, que recibe poco dinero del alquiler de sus inquilinos, dado que estos últimos pagan rentas antiguas.

Porcentaje inferior

Con todo, los responsables de la EMV piensan que en la calle Mayor al menos 699 viviendas se acogerán al programa: el 58% de las que lo necesitan. En el área de Fuencarral, el porcentaje es inferior. Según los cálculos de la EMV, sólo se rehabilitará el 36% de las viviendas. Es decir, 770 de las 2.117 urgidas de reforma.

El concejal de Vivienda, Sigfrido Herráez, presidente de la EMV, no cree que este porcentaje sea pequeño: "En la plaza del Dos de Mayo se ha rehabilitado sólo el 20% de las viviendas que lo necesitaban, y el resultado ha sido espectacular. Lo importante es que se empiece. La gente se anima después. Yo firmaría ahora mismo este 50% en la zona de Mayor y Fuencarral", comentó ayer.

El presupuesto que las administraciones tienen previsto destinar es de 3.632 millones, repartido de la siguiente manera: el Ministerio de Fomento aporta 1.626 millones; el Ayuntamiento, 1.113, y la Comunidad de Madrid, 893.

Con este dinero, además de arreglar las viviendas que lo pidan, se rehabilitarán enteramente las fachadas de las calles Mayor y Fuencarral y se ampliarán las aceras.

Tanto Mayor como Fuencarral perderán un carril. Está revisto que las obras comiencen en enero y que terminen antes del año 2000.

La recuperación de una calle porticada

La calle Mayor nació porticada hace cuatro siglos, y por debajo de sus soportales pasearon los tatarabuelos de los actuales madrileños. Para hacerse una idea, era un poco como la calle de Toledo, que nace junto a la plaza Mayor.En el siglo XVIII, el arquitecto Juan de Villanueva rehabilitó la calle Mayor y conservó los soportales. Pero los tenderos del siglo XIX ampliaron sus comercios y se comieron el terreno porticado. Las Pilastras quedaron enterradas tras carteles y pintura.

El plan de los técnicos de la Empresa Municipal de la Vivienda para esta calle consiste en sacar las pilastras originales a la luz. Y para encontrar un buen modelo de cómo era esta calle antes de que los avispados comerciantes del Madrid galdosiano se apropiaran de este terreno municipal, los arquitectos han acudido al mejor testimonio que existe de la ciudad del XIX: una monumental maqueta de unos 50 metros cuadrados que duerme en una de las salas del museo municipal. El militar y geógrafo Gil de Palacio emprendió, en 1830, una reconstrucción minuciosa, casa por casa, de la ciudad. Están reproducidas hasta las ventanas por las que se asomaban los antiguos madrileños.

Además de la rehabilitación de la calle, tanto Mayor como Fuencarral vivirán una explosión de colores cuando toda esta obra se termine. Artesanos, arquitectos y revocadores se ocuparán desde enero en devolver a las fachadas de estas calles -ahora grises y marrones por la desidia, la contaminación y la moda del siglo XX de pintar las paredes con tonos apagados- la luminosidad propia del siglo XIX.

Contrariamente a lo que se piensa, los antepasados de los madrileños actuales eran muy del gusto de pintar sus fachadas con colores vivos. Y los técnicos lo único que harán es rescatar los tonos que reposan debajo de las capas actuales de pintura.

Las plaza de la Paja y del Dos de Mayo, recientemente rehabilitadas, están llenas ahora de tonos amarillos, azules y rojos. Ellas dan fe del gusto colorista de los antiguos madrileños.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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