_
_
_
_

Buñuel cierra filas

Plena solidaridad en la población navarra con las familias de guardias civiles atacadas por ETA

A Lola se le saltan las lágrimas cuando mira la pared de la casa cuartel y ve reflejada en el muro la tristeza de Francisca Hermida, la esposa del sargento y la amiga al mismo tiempo.A Lola Soria, vecina de Buñuel (Navarra) desde hace 32 años, le faltó tiempo para ceder su propia casa a la familia de Francisca y de su esposo, Antonio Mateo, que desde que ETA les destruyera, en la madrugada del 1 de noviembre, su hogar y sus pocas pertenencias están viviendo con sus cuatro hijos -Antonio, Rocío, María del Carmen y Álvaro- en el domicilio de la propia Lola, mientras ésta se ha ido a vivir a casa de una hija.

No es que se vea obligada a nada porque su nieto y Rocío, la hija del sargento, estén saliendo juntos. Es que Lola, como Rosa Fernández, como María Pilar, como Carolina Tristán o Anabel, quiere a los guardias de Buñuel, a sus esposas (tres de ellas vecinas del pueblo) y a sus hijos como si fueran de su propia familia, y la barbarie etarra no ha hecho sino extender el cariño del pueblo, de 2.500 habitantes, hacia las 10 familias de este inmueble destripado donde los juguetes de los niños están rotos.

Hay dolor, amistad y rabia en las guardiesas, como llaman en Buñuel a las mujeres de los guardias civiles, porque, después del susto, de las apresuradas visitas oficiales y de la atención pública, se han quedado a solas con el terror y comentan, en voz baja, que "el Ministerio del Interior parece que se niega a correr con los gastos de los muebles y enseres familiares destruidos, que son todos. Es decir", señalan guardiesas y vecinas, "que ETA nos está zumbando y el Gobierno nos quiere rematar, porque no nos paga ni un triste colchón". Sólo les alivia el cariño de la población. Nueve familias están no sólo durmiendo, sino viviendo en otras tantas casas de vecinos del pueblo. La misma noche del atentado, María Pilar se llevó a su casa a siete chavales del cuartel con edades comprendidas entre los dos y los ocho años.

"Es un desastre total. Varias familias habían decorado y amueblado sus casas con unos sofás de piel hace cuatro días, invirtiendo sus ahorros, y ahora, esto", se lamenta Rosa Fernández, propietaria de una tienda de decoración y mobiliario de la localidad. "Les he ofrecido los muebles y elementos que necesiten para instalárselos en cuanto sea posible y que me paguen como y cuando puedan", indica Rosa.

Las quejas por la falta de ayudas son generales. "Parece mentira que, arriesgando sus vidas como las arriesgan, cuando pasa esto, ni Madrid ni el Gobierno de Navarra tengan ayudas suficientes para estas familias", se quejan las vecinas.

El pequeño Angel, de dos años escasos, mira desconfiado. Y, no es para menos. A su edad ha sobrevivido a dos atentados. Su padre estaba destinado en Otxagabía (Navarra) el 14 de julio cuando ETA lanzó varias granadas contra aquel cuartel. El día de Santa Ana, el pasado 26 de julio, llegó a Buñuel. Ángel aún tiene el miedo metido en los ojos. Otros niños, como Christian, no han podido ir al colegio debido al nerviosismo y la ansiedad que aún les embarga.

Marta es una hermosa mujer que un día comenzó a salir con Francisco, natural de Madrid, cuando éste llevaba destinado en el pueblo apenas tres meses. Se casaron hace 11 años y hoy día Marta, es la madre de Eduardo, de seis años, y una de las tres mujeres del pueblo casadas con un guardia civil. Las otras dos son Pilar y Celia.

Carolina Tristán, de 62 años, vive en la avenida de la Estacion, 36, y es la vecina más cercana del cuartel. Barre la acera de su casa y recuerda: "Esa noche atendí a todos aquí, en casa; fue donde se juntaron para contar a los niños y ver si faltaba alguno, pero, como la explosión me destrozó cristales y ventanas, no pude alojarles por el frío". Carolina ha pagado ya 22.000 pesetas en cristales nuevos.

A la solidaridad de Buñuel se unió ayer un manifiesto suscrito por 25 alcaldes de la zona exigiendo a ETA que les deje vivir en paz. 0 como el pronunciamiento del Parlamento navarro, que, con la abstención de HB, exigió ayer a ETA que cese en su actividad criminal.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_