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FESTIVAL EN VALENCIA

Curro en el recuerdo

En este Festival homenaje al subalterno Curro Valencia, que murió en el albero valenciano la pasada feria de julio, estaba anunciado Antoñete pero a última hora presentó certificado médico. En su lugar actuó el diestro valenciano Víctor Manuel Blázquez. Del festejo, en lo artístico poco hay que destacar, salvo la voluntad y el gesto de los toreros. En lo económico la recaudación rondará a los 20 millones de pesetas, antes de impuestos, con ayuda de Canal-9 y Canal Sur que transmitieron el festejo.La tarde se inició con un emotivo acto en el que se entregó una placa conmemorativa a los tres hijos del infortunado Curro Valencia, tras el que sonó, el pasodoble Nerva en reconocimiento a la importancia de un torero. Se hizo un emotivo minuto de silencio que rompió una ovación de gala.

Varias / Siete toreros

Toros: 1º. Fermín Bohórquez, boyante, 2º. María del Carmen Camacho, noble; 3º. Miranda, noble; 4º. Giménez Indarte, incierto; 5º. Puerto de San Lorenzo, manso; 6º. Enrique Ponce, manso; 7º. La Quinta, bronco.El rejoneador Andy Cartagena: rejón (dos orejas). Palomo Linares: media tendida y descabello (oreja). Dámaso González: cuatro pinchazos, estocada corta y descabello (oreja). Niño de la Capea: estocada (ovación). Juan Carlos Vera: pinchazo y estocada (oreja). Victor Manuel Blázquez: estocada (oreja). Ángel de la Rosa: estocada tendida -primer aviso-, seis descabellos -segundo aviso-, y seis descabellos más (aplausos). Plaza de Valencia, 27 de octubre. Festival homenaje a Curro Valencia. Media entrada

Abrió plaza un jovencísimo rejoneador, Andy Cartagena, sobrino del desaparecido Ginés Cartagena, que estuvo hábil en la monta y efectivo en las suertes.

El ganado estuvo por debajo de sus lidiadores. Palomo Linares dio media de libro y dos bellas tandas con la derecha. Al natural el bicho se quedó corto, el de Linares no se quiso quedar largo, mató breve y le valió una oreja.

Dámaso González se quería comer con patatas, allí mismo, al novillo noblote que le tocó en suerte. Niño de la Capea se las tenía que ver con un coloradito que resultó el garbanzo negro del encierro. Y eso porque sabía latín. Su matador se perfiló, hizo un volapié y le metió al garbancito una estocada en la cruz.

Juan Carlos Vera, matador con el que iba de subalterno Curro Valencia, se llevó una oreja y la satisfacción de saber que sus esfuerzos para que el festival fueron un éxito no fueron baldíos. Toreó con gusto. Con unas manoletinas arrancó los pocos olés de la tarde. Víctor Manuel Blázquez se encontró al respetable con ganas de aplaudir. El torero de la tierra, siempre bullidor, se lució con los rehiletes. También gustó al personal que brindara al cielo y matara rápido a un novillote que se defendía. Se fue sin una oreja. Y el público con las manos calientes de la ovación con la que despidió a los toreros que habían homenajeado a un amigo, a un torero, a un buen hombre que murió allí mismo.

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