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Merecida Espiga de Oro para 'La promesa'

El filme español 'Familia' y el actor sueco Max von Sydow, distinguidos por el jurado

Ganó la Espiga de Oro, máximo galardón de la Seminci, el filme belga de los hermanos Luc y Jean-Pierre Dardenne La promesa. Pleno acierto, sancionado con unánimes ovaciones, que también refrendaron a la Espiga de Plata concedida al filme francés Un héroe muy discreto; al Premio al Nuevo Director, que se llevó el español Fernando León por su trabajo en Familia, y al gran actor sueco Max von Sydow por su formidable recreación, de los últimos años de la vida del célebre escritor noruego Hamsun.

El jurado internacional estuvo compuesto por la cineasta española Icíar Bollaín, el crítico también español Luciano G. Egido, el director mexicano Jorge Fons, la actriz canadiense Louise Marleau, el crítico italiano Mario Simondi, el director de fotografía checo Jaromin Sofr y el director australiano Paul Cox.Es presumible que este último tenga algo que ver con el disparate que supone la concesión, al alimón con Fernando León, de otro premio a la dirección novel para la realizadora australiana Shirley Barret, por su trabajo de dirección - esquemático, rutinario e impreciso-, en Love serenade.Si el anterior premio tiene esta, ciertamente desdichada, explicación, el relativo a la mejor actriz, concedido a la griega Amalia Moutoussi por su -pobre de registros, mecánica e insincera- interpretación en el mediocre filme Una gota en el océano, es literalmente inexplicable, porque se trata de una gruesa (por evidente) metedura de pata carente de justificación, que daña la credibilidad de un jurado donde hay personas de probada solvencia. Otro galardón más que discutible fue el concedido a la mejor fotografía, que fue a parar a Arnaldo Catinari por el filme español La vida privada.

El olvido del jurado a la buena película italiana La segunda vez, producida e interpertada por Nanni Moretti, fue remediado en parte por su triunfo en el jurado de jóvenes cinéfilos, que la distinguieron con el Premio de la Juventud, concesión que arroja telarañas sobre esa necia especie tan en boga de que los gustos cinematográficos de los espectadores jóvenes de ahora están volcados en el cine de look o de diseño audiovisual, de efectos especiales o de tiros en la nuca, y de otras chapuzas procedentes de la (es un decir) estética de la modernez o, con peores palabras, de la degradación de la modernidad en antigualla.

Los cinco miembros de la Fipresci -jurado internacional compuesto por críticos y escritores de cine- dedicaron una mención especial a Familia -película que también ganó por votación el premio del público- y por unanimidad otorgó el Premio de la Crítica a La promesa, que así se lleva los dos galardones de mayor rango de cuantos se otorgan en los festivales.

Este jurado internacional de escritores destacó "los criterios culturales que rigen la programación de la Seminci, la excepcional calidad de las publicaciones que acompañan a sus retrospectivas y la capacidad de involucrar al público de la ciudad en sus diversas manifestaciones". Esta reflexión colectiva ahorra al cronista proclamaciones que, por ser personales, pueden parecer especulativas, por fundadas que estén, sobre este pequeño gran festival.

Finalmente, el jurado de cineastas e historiadores que seconcentra en los filmes documentales de la sección paralela Tiempo de historia, uno de los rasgos distintivos de la Seminci, concedió el primer premio al documento suizo de Andres Hoessli Los diablos no sueñan; y repartió el segundo premio entre el filme de Javier Rioyo y José Luis López-Linares Asaltar los cielos, y París fue una mujer, de la alemana Greta Schiller.

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