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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Gro

NO ES habitual que una mujer llegue a primera ministra en Europa. Tampoco lo es que domine la política de su país durante 15 años. Pero menos aún que a los 57 años, y tras ejercer el cargo ininterumpidamente desde 1990, decida voluntariamente retirarse "como simple diputada" y pasar el testigo a una nueva generación. Por todo ello, la laborista noruega Gro Harlem Bruntland merece todo un respeto. Que aspire o no a la Secretaría General de la ONU es harina de otro costal, pues no necesitaba dimitir para reforzar estas hipotéticas, y nada garantizadas, aspiraciones. Médico, madre de cuatro hijos -uno se suicidó y con un físico algo rústico, Gro, como todo el mundo la conoce en Noruega, es una mujer decidida, de mirada y hablar claros y directos, pero que se presta a pocas comparaciones con Margaret Thatcher, la que fuera dama de hierro británica. Entró en política a los 35 años, y seis años después presidía el Gobierno. A la vez reflejo y motor del cambio de género en la política noruega, su ejemplo de participación paritaria de las mujeres en la política han cundido en toda Escandinavia.

Ha luchado por la preservación del medio ambiente no sólo en su país, sino también desde la presidencia de la Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo, produciendo un famoso uniforme que lleva su nombre. Bajo su mandato, la economía noruega se ha abierto, y tras algunas dificultades y ayudas de las riquezas petroleras del subsuelo del mar del Norte, Noruega presenta hoy unas cuentas del Estado con superávit.

En su haber, Gro Harlem Brundlant cuenta un gran fracaso político: no haber conseguido que Noruega entrara en la Unión Europea,. Tras la intentona de 1972, el referéndum de 1994 se saldó con una nueva negativa popular. Probablemente pensó entonces esta dirigente ya en dimitir. Gro presentará hoy, junto a su Gobierno del 8 ministros -siete de ellos mujeres-, su dimisión, al Rey para dar paso al desde hace cuatro años presidente del Partido Laborista, Thorbjörn Jagland, de 45 años, que ha de prepararse para las elecciones de 1997.

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