La ONU abandona Uvira y alerta de a "catástrofe humanitaria" en Zaire
Sadako Ogata, la responsable- del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), alertó ayer contra la "catástrofe humanitaria" que se cierne sobre la región e los Grandes Lagos, donde la escalada de violencia entre el Ejército zaireño y tutsis de la etnia banyamulenge desencadenó el domingo la huida de un cuarto de millón de refugiados hutus de 12 campamentos en Uvira, ciudad levantada a orillas del lago Tanganica. La ONU logró ayer evacuar de allí a 54 de sus trabajadores.El Gobierno de Zaire acusó anoche a los Ejércitos de Ruanda y Burundi, ambos en manos tutsis, de estar detrás de los ata4ues de los banyamulenges. El presidente zaireño, mariscal Mobutu Sese Seko, convaleciente de una operación de cáncer en Suiza desde agosto, exigió ayer que se adopten todas las medidas necesarias para asegurar la integridad del país". Hay temor a un dislocamiento total del este de Zaire, convertido en un verdadero pudridero humano para más de un millón de refugiados de Ruanda y Burundi.
El primer ministro zaireño, Kengowa Dondo, acusó desde Londres al régimen tutsi de Kigali de "politizar" el conflicto y de armar a los banyamulenges "contra la República [de Zairel y su población". .
Aunque las acusaciones fueron frontalmente- desmentidas tanto por los Gobiernos de Ruanda y de Burundi -ambos controlados por la minoría tutsi, que representan el 14% de la población-, varias organizaciones humanitarias no han dejado de señalar la infiltración de tropas en Zaire. En la noche del 21 al 22 de septiembre, varias organizaciones señalaron que hombres armados cruzaron a Zaire desde el norte de Bujumbura, la capital de Burundi. El lunes, un alto representante de la ONU señaló que el domingo "un importante número de militares procedentes de Ruanda" entraron en la región de Goma, donde encontraron refugio casi un millón de hutus (in julio de 1994, tras el genocidio de centenares de miles de tutsis y la victoria del tutsi Frente Patriótico Ruandés.
Según algunos analistas, con su apoyo a los banyamulenges, tutsis instalados en el este de Zaire desde hace generaciones y a los que el Gobierno de Kinshasa quiere expulsar a Ruanda, el régimen de Kigali pretende provocar un "retorno obligado e incondicional" de los refugiados, cuya masa se ha convertido en un escudo humano para los ejecutores del genocidio. Otra posibilidad sería que los refugiados se alejaran de la frontera y evitar así las operaciones de guerrilla que los rebeldes hutus lanzan desde territorio zaireño.Volver a casa
Paul Stromberg, portavoz de ACNUR en Kigali, anunció que su organización había preparado 40 camiones junto a la frontera para trasladar a los refugiados al interior de Ruanda si optaban por volver a casa. Jean Karusisi, el responsable de la Oficina de Repatriación del Gobierno ruandés, instó a los refugiados a dejar de vagar por Zaire y volver a Ruanda. "Llevamos dos años, intentando que vuelvan a casa", declaró ayer. Pero el miedo puede más. ACNUR cree que el nuevo desastre humanitario está en marcha.
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